viernes, abril 11, 2008

Bonos engañabobos


Enrique Galván Ochoa

■ Maquila de petróleo
■ Empeñando las facturas
■ El doctor De la Fuente
Con frecuencia personas interesadas en conocer cómo invertir sus ahorros escriben a esta sección en busca de algún tip. Tengo claro lo que nunca les recomendaré: los “bonos ciudadanos” de 100 pesos que pondrá a la venta Felipe Calderón para que los mexicanos compartamos las ganancias de Pemex. Les diré por qué: 1) Pemex no tiene utilidades, desde hace muchos años opera con números rojos; entonces, ¿qué va a repartir? 2) Aun si los bonos ofrecieran un rendimiento garantizado, difícilmente será mayor de 7 por ciento anual –el de los Cetes–, por tanto, darán a ganar 7 pesos al año, el equivalente a dos boletos del Metrobús. 3) Tendremos que incluir este fabuloso premio en nuestra declaración fiscal… ¡y pagar IETU!, porque, para Hacienda, dejaríamos de ser simples empleados y adquiriríamos la condición de inversionistas. ¿No se habrá equivocado de fecha Calderón? Eso de los “bonos ciudadanos” parece inocentada engañabobos del 28 de diciembre.
Maquila de petróleo
Al negocio al que no estamos convocados es al de las refinerías y los oleoductos; están apartados para los amigochos de Repsol o Halliburton. Sin cambiar una coma o un punto al artículo 27 constitucional, halló Calderón el camino para abrir las puertas del capital privado –nacional y extranjero–, mediante un cambio a la ley reglamentaria del mismo artículo 27, lo cual permitirá que se instalen maquiladoras de gasolina. Refinarán el petróleo crudo para remplazar la gasolina que hoy se importa de Estados Unidos. Se le prendió el foco: buscar yacimientos en el fondo del mar es un negocio de alto riesgo, igual no encuentra nada, o muy poco. En cambio, la refinación es algo seguro y al alcance de su mano. Sólo entre enero y febrero de este año Pemex importó 321 mil barriles de gasolina por día. ¿Para qué traerla de Estados Unidos si se puede refinar en México? ¿Y por qué la ha de refinar Pemex –como manda la Constitución– si con darle la vuelta mediante una ley secundaria obtienen la posibilidad de asociarse a empresas que maquilen la refinación… y de paso embolsarse una buena lana? Tienen un mercado cautivo de 20 millones de automovilistas. Ayer mismo, Jesús Reyes Heroles anticipaba que, con capital privado, se construirán dos nuevas refinerías con capacidad de 300 mil barriles al día. Calculaba que la inversión por cada una sería de 7 mil millones de dólares. ¿No tiene Pemex recursos para levantarlas sin inversión privada? Sí tiene, pero ahí no está el negocio. El billete grande viene por el lado de la maquila.
Querían más
Como les decía ayer, la reforma calderonista –también conocida como ley Beltrone, porque ya fue palomeada por el influyente senador priísta– deja insatisfechos a muchos, entre otros a los miembros del Consejo Coordinador Empresarial. La recibieron bien, pero con parquedad. Para ellos, sólo “constituye una buena señal y un paso importante para la competitividad y la viabilidad económica del país”. Lo cierto es que querían y esperaban más. No les gustó que no se haya incluido una reforma constitucional y que sus futuros negocios se hagan sobre la base no muy firme de cambios inconstitucionales –y tramposos– a leyes secundarias, porque eso no les inspira suficiente confianza.
Voto prianista
Si no existiera el antecedente de que el PRI votó junto con el PAN la reforma legislativa que permitió que la banca nacional pasara a control de extranjeros, yo dudaría que los senadores y diputados priístas acompañaran en esta aventura antimexicana y antinacionalista al partido en el gobierno. Pero no debemos ser ingenuos. Lo más seguro es que PAN y PRI vuelvan a votar juntos, esta vez para que la principal riqueza del país deje de ser un patrimonio del pueblo mexicano. Hay mucho dinero de por medio, suficiente para anestesiar cualquier escrúpulo. Ya dijo Manlio Fabio, el de la ley Beltrone, que Calderón atendió (supuestamente) sus tres reglas: no a la reforma de la Constitución, no a los contratos de riesgo y no a la privatización de Pemex. Y del PRD no podemos esperar mucho estos días; sigue en su laberinto…

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