Jenaro Villamil
Procedente del área de recursos humanos,
el miércoles 20 de junio les llegó a los trabajadores de Televisa
Chapultepec un correo electrónico para advertirles que “debido a las
elecciones del próximo domingo 1 de julio, Televisa tomará medidas
preventivas por si el lunes 2 de julio la empresa está cercada”.
En el mismo mensaje interno, cuya copia obtuvo Proceso, se
les pide a todos los trabajadores identificar, del personal de su área a
cargo, 3 grupos de personas: “1.-La gente que no es necesario que se
presente (que pueda trabajar desde su casa). 2.-La gente que puede
trabajar en algún lugar alterno a las instalaciones de Chapultepec.
3.-La gente que forzosamente tenga que entrar a trabajar al edificio”.
“Es necesario contar con esas listas hoy
mismo, por lo que mucho les agradeceré la envíen lo antes posible”,
remata el mensaje dirigido a los “estimados ejecutivos” de la
televisora.
El miedo entre los directivos de
Televisa no es para menos. Desde la irrupción del movimiento #YoSoy132
las instalaciones de la empresa en la avenida Chapultepec, donde se
graban buena parte de los noticiarios y programas informativos, han sido
el eje de las protestas de los jóvenes universitarios. “Teleidiotiza”,
“Apaga la tele, prende la computadora”, son algunas de las muchas
consignas que le han gritado a la empresa de Emilio Azcárraga Jean.
La identificación del consorcio
mediático más grande del país con la candidatura de Enrique Peña Nieto
también ha generado un escándalo en medios internacionales. El periódico
británico The Guardian publicó antes de que terminaran las campañas electorales una serie de reportajes para documentar los convenios publicitarios ocultos y la “contabilidad creativa” de Televisa con el candidato presidencial del PRI.
La reacción de la empresa ha sido visceral. Le exigió a The Guardian una “disculpa pública” y hasta se dio el lujo de dictaminar que los reportajes de su corresponsal Jo Tuckman, carecen de “rigor periodístico”.
También el periódico norteamericano The Wall Street Journal, especializado en finanzas, prepara una serie de reportajes para documentar esta misma relación que Proceso dio a conocer originalmente el 23 de octubre de 2005, en la edición no. 1512.
El personaje más polémico de esta
historia es el vicepresidente de Comercialización de la empresa,
Alejandro Quintero Iñiguez, accionista también de TV Promo y de Grupo
Radar, empresas “pantalla” que han servido para triangular los
millonarios recursos de los convenios originales firmados desde 2005
entre Grupo Televisa y el equipo de Peña Nieto.
Desde principios de año, los rumores
sobre el cambio de Alejandro Quintero en la vicepresidencia del
consorcio se incrementaron. Este personaje, que no forma parte del
núcleo directivo conocido como Los Cuatro Fantásticos (Emilio
Azcárraga Jean y sus amigos y vicepresidentes Alfonso de Angoitia,
Bernardo Gómez y José Bastón), se ha convertido en el centro de la
polémica no sólo política sino empresarial y financiera.
Se presume que la triangulación de la
venta de espacios informativos para promover políticamente a Peña Nieto y
a otros “clientes estelares” de Grupo Televisa, ha generado un profundo
malestar entre los inversionistas bursátiles en Estados Unidos.
Si la SEC (autoridad bursátil
norteamericana) inicia una investigación contra Quintero y TV Promo, las
ganancias millonarias de Grupo Televisa en la promoción de Peña Nieto
pueden provocar una crisis en los planes de expansión de la empresa en
Estados Unidos, sobre todo, en Univisión, la mayor cadena televisiva de
habla hispana. En Univisión, Azcárraga Jean aspira a tener una mayor
inversión.
Los cambios en Televisa coincidirán con
el resultado poselectoral, pero también con el reciente litigio fiscal
que perdió ante la Suprema Corte de Justicia. Por mayoría de 4 votos,
los ministros le negaron un amparo a Grupo Televisa y tendrá que pagarle
al Sistema de Administración Tributaria (SAT), un crédito fiscal de
91.7 millones de pesos, que data de 2006.
El SAT determinó que Televisa omitió
pagar 29.6 millones de pesos en 2006 por Impuesto Sobre la Renta en
1999. Esta cantidad se elevó a 91.7 millones de pesos por
actualizaciones (38.8 millones de pesos) y una multa por 14.8 millones
de pesos.
Otro litigio más complicado le espera a
Televisa por deudas fiscales. Ante el Tribunal Fiscal de Justicia Fiscal
y Administrativa se ventila otra demanda del SAT para que la empresa de
comunicación pague 3 mil 334 millones de pesos por la supuesta
deducción ilegal de una pérdida fiscal correspondiente a una empresa
filial.
Las Ultimas Ganancias
A pesar de las protestas y la polémica
generada en torno a la triangulación de fondos a través de TV Promo y
Radar, Alejandro Quintero Iñiguez continuó operando en la campaña de
Peña Nieto, a través del productor Pedro Torres y su empresa conocida
como El Mall.
En las oficinas de El Mall la asesoría para Peña Nieto tuvo un nombre clave durante la campaña: Proyecto Jaime. Durante meses, Pedro Torres,
dueño de MediaMates y brazo derecho de Alejandro Quintero, trabajó
junto con la publicista Ana María Olabuenaga en la producción de spots, asesoría en redes sociales y discursos a favor del mexiquense.
Durante los dos primeros meses de la
campaña, El Mall trabajó simultáneamente para Peña Nieto y también para
la panista Josefina Vázquez Mota, según confirmaron a Proceso trabajadores
involucrados en el proyecto. Los ganadores en este intenso mercadeo de
la imagen televisiva es el consorcio que ha permitido el crecimiento de
El Mall y de MediaMates: Grupo Televisa.
Pedro Torres fue el productor estelar de los realities de Televisa como Big Brother; de la teleserie El Equipo, con cargo al erario de la Secretaría de Seguridad Pública; de los carísimos spots de
Estrellas del Bicentenario, con cargo al presupuesto público de los
estados; del V Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto en el Estado de
México y hasta del video que transmitieron en la famosa boda entre este personaje y la actriz Angélica Rivera, La Gaviota.
El secreto del Proyecto Jaime es
que no debió dejar huella fiscal ni contable. No hay facturas, no hay
contratos. Todo se manejó en dinero en efectivo, según informes
internos. Algunos calculan que tan sólo en la producción de spots promocionales
y de “guerra sucia” o “campaña de contrastes” (como prefieren
llamarlos) el equipo de campaña peñista gastó más de 200 millones de
pesos en dos meses.
El otro secreto del Proyecto Jaime es
que quien aprueba o desaprueba finalmente los videos y los mensajes en
redes sociales es Alejandro Quintero, quien tuvo en las oficinas de El
Mall a una de sus asistentes supervisando directamente los contenidos de
los mensajes para Peña Nieto.
Otro personaje que frecuentó las instalaciones secretas de El Mall, habilitadas ex profeso para el Proyecto Jaime, fue Luis Videgaray, el coordinador general de la campaña de Peña Nieto.
Trabajadores de MediaMates confirmaron que Videgaray supervisó algunos mensajes y spots de
la reciente “guerra sucia” contra López Obrador, incluyendo el rumor de
que “el peso se devalúa” si el candidato perredista asciende en las
encuestas.
El vínculo con Grupo Televisa fue muy claro. Un domingo antes de la presencia de Enrique Peña Nieto en el programa Tercer Grado,
estuvieron mercadólogos y consultores argentinos con Olabuenaga.
Ensayaron las posibles respuestas y escenarios a contrarrestar frente al
programa de los conductores estelares de los noticiarios de Grupo
Televisa.
Otro trabajador cercano a Pedro Torres,
Omar Catalán, estuvo en la producción audiovisual de Gabriel Quadri, el
candidato del Panal.
Todo quedó en familia para Televisa. El dinero, la información, la contrapropaganda, los spots y
por supuesto el proyecto político. Ahora, gane o pierda Peña Nieto el 1
de julio, los directivos de la empresa saben que tendrán que
implementar un severo “control de daños”.
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