Rémy Herrera
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Traducido para Rebelión por Germán Leyens |
Hace precisamente 45 años, el 5 de marzo de 1960, Korda tomó esta famosa foto de Che, foto celebrísima, que ha dado la vuelta al mundo. La gravedad y la determinación que expresa la cara del Che en esta foto, además
de su carisma y de su belleza, se explican, como se sabe, por las circunstancias. Korda tomò la foto cuando Che asistía, sobre una tribuna elevada a lo largo del cementerio Colón en La Habam calle 23, no lejos de la Plaza de la Revolución a los funerales de las víctimas de un atentado : el atentado del barco La Coubre, ese banco francés cargado de armas compradas por Cuba a Bélgica, que agentes de la CIA – este caso fue aclarado posteriormente – habían hecho volar el día antes, el 4 de marzo de 1960, en el puerto, durante operaciones de descarga. El atentado causó 75 muertos, 200 heridos, sobre todo estibadores cubanos, pero también marinos franceses, varios de los cuales (9) murieron en la explosión. Esos 4 y 5 de marzo de 1960 fueron por lo tanto días de duelo, días de drama, porque había corrido sangre cubana – y con ella, sangre francesa. Ya había habido, desde el 1º de enero de 1959, atentados contra Cuba. Pero Estados Unidos
había utilizado primero, por motivos tácticos, a contrarrevolucionar ios cubanos, exiliados o permanecidos en la isla, a los que organizaban, financiaban, armaban, o a esbirros de gobiernos serviles de la época, como el del dictador Trujillo en la República Dominicana. Ya habían cometido atentados, contra las embajadas de Cuba en el extranjero, como en República Dominicana y en Haití, por ejemplo, así como actos de espionaje y de sabotaje, y, muy numerosas, violaciones del espacio marítimo y aéreo cubanos con el fin de ametrallar zonas habitadas, bombardear fábricas y centrales eléctricas, incendiar cañaverales y centrales azucarereas. Pero 1960 fue verdaderamente el inicio de la participación directa y sistemática de Estados Unidos contra la Revolución Cubana. Algunos días antes del atentado del La Coubre, el director de la CIA, Allen Dulles, había creado, en enero de 1960, una « fuerza especial » encargada de acciones de subversión contra la isla. Algunos días después del atentado, en abril, abrió en Guatemala una base de entrenamiento militar de mercenarios con el fin de preparar la invasión militar – que tuvo lugar en 1961 y que terminó, como se sabe, en un desastre para Estados Unidos. Pero incluso después de ese desastre, las acciones terroristas contra Cuba continuaron, y se multiplicaron, organizadas, sostenidas o encubiertas por la CIA – llegando a atentar contra escuelas y guarderías infantiles, a asesinar a instructores de la campaña de alfabetizació n, a realizar el primer atentado de la historia de la aviación civil, a perpetrar atentados biológicos contra Cuba, contra sus cultivos, su ganado, su población... Pido perdón a los que no lo sabían – si existen – , a los que no lo creían – evidentemente los hay – a los que no quieren saberlo – cosas tan malvadas son cometidas en este mundo... – ; pero hay que decirlo : Estados Unidos se comportó y se sigue comportando actuaslmente frente a Cuba como un estado canalla, un estado terrorista. ¿Cómo olvidar, por cierto, que la última misión de Che como dirigente de la Revolución, fue presidir, en diciembre de 1964, la delegación cubana a la Asamblea General de Naciones Unidas, donde denunció enérgicamente el comportamiento terrorista de Estados Unidos? ¿Qué había hecho Cuba? Cuba había hecho una revolución. Cuba se había liberado. Y la Revolución había tomado medidas a favor de su pueblo, medidas de justicia social, medidas elementales: de lucha contra la corrupción, contra la mafia, contra el narcotráfico, contra la prostitución, de supresión de los aparatos represivos del Estado a las órdenes de la oligarquía, de desaparición de la mendicidad y del trabajo infantil, de desaparición de la segregación racial, de reducciones de los precios de la electricidad, de los alquileres, de los medicamentos, de los libros, de promoción de grandes obras públicas y de creación de empleos, de
prioridad a la salud y a la educación pública, de instauración de la seguridad social, de un sistema de jubilaciones, de la educación universal, del desarrollo de la investigación de la cultura, del deporte... Cuba habia hecho una reforma agraria... ¿Iba a permitir el imperialismo que un pueblo se liberara? Es lo primero que nos dicen los ojos del Che en esta foto: esta evidencia para él, para todos los cubanos, para todos los latinoamericanos, como para los pueblos del sur, la evidencia de que el imperialismo existe, de que el imperialismo no es una ficción del imaginario marxista, sino una realidad. El imperialismo existe porque mata, como mató ese 4 de marzo de 1960 en Cuba, el imperialismo existe porque se encarniza en la destrucción de lo que hay de mejor en América Latina, como fue el caso en Guatemala en 1954, donde Che vio a la CIA derrocar el gobierno Arbenz, cuyo crimen fue ser un buen gobierno, democrático, social, nacional, un gobierno al servicio de su pueblo. Lo que ocupa la mente del Che de Korda en ese momento, en esa foto, es sin duda también el recuerdo de Guatemala, el recuerdo de Guatemala mártir. El atentado del 4 de marzo fue un drama, pero fue más que un drama. Fue la señal lanzada por Estados Unidos de que entre ese país y Cuba habría en el futuro una lucha a muerte. Y hay también, en la mirada de Che en ese instante: la conciencia grave y determinada de que sería la Revolución Cubana la que vencería. « ¡Patria o muerte ! » gritó Fidel, ese 5 de marzo de 1960, por primera vez. Y Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir estaban allí para escucharlo, y en esa misma tribuna: « ¡la Patria o la muerte ! » - que hay que comprenderlo como lo comprenden los cubanos, en el espíritu de José Martí: « Patria es humanidad ». Che era argentino, pero se sentía cubano, se hizo cubano luchando por la libertad de ese pueblo como si se hubiera tratado de la de su pueblo, como si se
hubiera tratado de la libertad de todos los latinoamericanos, movilizados por la Revolución Cubana, una revolución hecha por los cubanos, pero que lleva en sí algo más que ella misma, algo de las esperanzas de libertad de toda Latinoamérica. Del mismo modo como Che llevó en sí una parte de lo universal, que hace que, no importa de dónde se venga, uno se reconoce en él, en su ideal, y proyecta sus esperanzas. No hay una manifestación callejera en el mundo en el que los jóvenes no se reúnan alrededor de esta foto de Che. Y, sin embargo, fotos suyas, conocemos muchas: la del balcón de Buenos Aires tomada por su padre; la de la prisión de México; aquella – la primera en la guerrilla – tomada tal vez por Celia o por Frank País, en la que se le ve con casco; esas en las que lee a Goethe, donde toma mate en la Sierra; o al lado de Camilo, de Almeida, de Raúl, o hablando con Fidel (que enciende un puro); o cortando caña, aquellas tomadas
con Mao, Nehru, Tito, Nasser, Ben Bella, Khrouthchev; o, antes de Congo, afeitado y con corbata; o calvo, con gafas, antes de partir a Bolivia... Conocemos hasta las fotos tomadas por sus asesinos, después de su muerte, allá, en Bolivia, en la que algunos reconocieron al Cristo muerto de Mantegna o un cuadro de Rembrandt. Habría también otras más, fotos de Che, si no se hubiese negado, ese 4 de marzo de 1960, a ser fotografiado sobre el sitio del atentado del La Coubre, por Ande de la revista Verde Olivo, cuando ayudaba a las víctimas, volviendo a su primera profesión, la de médico, la que, antes de la Revolución, durante su viaje latinoamericano, lo había confrontado con la miseria, las enfermedades, « con la imposibilidad de cuidar a un niño por falta de medios », como escribió. Pero de todas esas fotos, la de Korda es probablemente la más conocida, la más simbólica. Cuántas paradojas, sin embargo, se relacionan con esa
fotografía, con ese símbolo.------------ --
Maison de l’Amérique latine, Paris
(CNRS, France), 4 de marzo de 2005
(CNRS, France), 4 de marzo de 2005
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