señalamientos improcedentes
Editorial La Jornada.
sólo mediante reformas integrales estaremos en condiciones de consolidar ese bienestar colectivo que todos exigen, pero que no todos procuran; llamó a construir acuerdos políticos basados
en la madurez y en el fino diálogo; subrayó la importancia de
garantizar un sistema político que dé cauce a la resolución de conflictos, y señaló que
la cohesión de la sociedad es un factor indispensable e insustituible para concretar el proyecto del país.
Las declaraciones formuladas por el titular de la Sedena dejan entrever un desarreglo institucional de gran calado –que, según puede verse, ha alcanzado a las fuerzas armadas– que sienta un mal precedente en la interacción entre los ámbitos militar y civil. A juzgar por lo expresado en su alocución, el general Galván Galván pasa por alto que los objetivos fundamentales de las fuerzas a las que representa son, de acuerdo con la Constitución, salvaguardar el territorio nacional y preservar la soberanía, y que no deben involucrarse en asuntos de índole política, ni mucho menos indicar a las autoridades civiles ni a los representantes populares –quienes son, en última instancia, los que habrán de decidir sobre la iniciativa calderonista de reformas políticas– lo que deben o no hacer.
El tono empleado por Galván Galván podría ser interpretado como una señal ominosa por el conjunto de la clase política y, más específicamente, como una presión orientada a imponerle la aprobación de las modificaciones legales referidas. Si bien es cierto, como lo señaló el militar, que tensar el tejido social lastima y obstruye el avance
, es innegable, sin embargo, que el origen principal de las tensiones que hoy desgarran ese tejido provienen de las decisiones adoptadas por el propio gobierno federal en materia de economía, de seguridad y de relaciones con las entidades federativas, y que los impactos y costos de tales medidas son, precisamente, los que han introducido nubarrones en el porvenir
o, a mayor precisión, riesgos reales de estallido social y de ingobernabilidad.
Es inquietante, por lo demás, que el general secretario aluda a detractores de México
, expresión que no es fácil encajar en ninguno de los actores políticos e ideológicos presentes en el escenario republicano actual; resulta inevitable preguntarse, en consecuencia, si el titular de la Defensa Nacional formuló una alusión sesgada a los múltiples detractores del actual gobierno; si hubiese sido el caso, ello pondría de manifiesto un faccionalismo fuera de lugar y una amenaza inaceptable a la libertad de expresión.
Sin duda, la convivencia pacífica es un bien inestimable
. Su preservación demanda que las instituciones cumplan con su tarea, y la de las fuerzas armadas consiste en preservar la soberanía y la integridad territoriales, en auxiliar a la población en casos de emergencia y en asistir al Ejecutivo federal en forma disciplinada, pero no en transformarse en un actor deliberante en el terreno político. Tal pretensión empeoraría la actual crisis de legitimidad, representatividad y operatividad de los organismos del Estado y, habida cuenta de la debilidad y el extravío que dejan traslucir muchas de las decisiones gubernamentales, podría llevar al país a escenarios de pesadilla.
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