Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
El
consejero presidente del Instituto Federal Electoral, Leonardo Valdés,
persiste con tenacidad digna de mejor causa en la firma de un pacto de
civilidad y para ello negocia con las dirigencias partidistas y las
coordinaciones de campaña. El objetivo, dijo, es “garantizar el
reconocimiento de la legalidad y los resultados de los comicios”. Se
trata de un “convenio de buena fe”, para lo cual se busca el consenso
entre los aspirantes, pues se pretende incluir su pronunciamiento contra
“cualquier acto de violencia”.
Legalidad y resultados que no es
recomendable suscriban los candidatos presidenciales cuando se ignoran
las características que tendrá la jornada del sufragio y ni remotamente
se procesan aún los resultados. No se pueden reconocer resultados y
características comiciales deseadas, en un país donde 43 de cada 100
votantes estiman como “muy poco o nada confiables” las elecciones. Y por
si no fuera suficiente, las casas encuestadoras enfrentan crecientes
dificultades para aplicar sus sondeos, con tasas de rechazo hasta de 70
por ciento.
El cheque en blanco por el que puja Grupo Televisa
–el que más auspició la candidatura de Enrique Peña–, el Consejo
Coordinador Empresarial y Valdés Zurita, no oculta la manufactura y
dedicatoria facciosas. Pero la insensibilidad de paquidermo del otrora
dirigente del Partido Mexicano de los Trabajadores –con todo respeto
para estos escasos animales que cazaba el archimillonario y farsante rey
Juan Carlos–, lo conduce a ostentar la autoría intelectual del CCE,
como si éste no padeciera el desprestigio que conquistó con la guerra
sucia de mayo-junio de 2006. Para algunos colaboradores de Leonardo
Valdés el problema de éste no es de carencia de sensibilidad política,
sino de “falta de nivel”.
Las autoridades electorales ganarán
credibilidad en la medida que cumplan con sus obligaciones, muy bien
pagadas por cierto, como el anunciado compromiso de que el Programa de
Resultados Electorales Preliminares lo conocerán los representantes de
los medios de difusión simultáneamente al Consejo General, además que el
2 de julio por la noche se difundirá “la imagen digitalizada de todas
las actas de escrutinio y cómputo que se capturen durante las 24 horas”.
Mientras
tanto, Enrique Peña y Josefina Vázquez realizaron sus cierres de casi
90 días de campaña en el estadio Azteca sin poderlo llenar el primero,
pero con la ayuda de las cámaras de Televisa logró ocultarlo, y
auditores del IFE registraron el número de placa y marca de 800
vehículos que acarrearon a personas al coloso de Emilio Azcárraga Jean.
La segunda cerró en el modesto estadio de Insurgentes y Holbein, aunque
fanfarronea que está a dos puntos de Peña Nieto, el presunto puntero,
cuando la caída en las preferencias es pronunciada.
Para Templo
Mayor, del diario Reforma, “Las encuestas dirán lo que quieran, pero los
apostadores tienen su propia visión de la elección presidencial. Una de
las empresas más grandes de apuestas vía internet, Bwin, tiene muy
parejos los momios entre Enrique Peña y AMLO. Mientras más bajo es el
momio, significa que le ven más posibilidades de ganar. Para el priísta
el pago sería de 1.75 por cada dólar apostado, mientras que para el
perredista es de 1.95 a 1. En contraste si triunfara Josefina Vázquez
Mota el pago sería de 25 a uno. La “chica” sería apostarle a Gabriel
Quadri porque si gana, paga 101. Por lo visto por el candidato de Nueva
Alianza no apuesta, ¡ni Elba Esther Gordillo!”
No soy partidario
de dirimir asuntos políticos o de otra naturaleza por el camino de las
apuestas, pero ante el asfixiante panorama impuesto por los dueños de
México, vale registrar el diagnóstico.
Acuse de recibo
De
cómo cocinaban las abuelas es un libro de Laura Athié, que forma parte
de Tejedora de historias, “un proyecto para rescatar recuerdos que nos
permita leernos en palabra escrita, que sirva para leerle a nuestros
hijos quiénes somos, de dónde vienen nuestras familias y cuáles son las
luchas que nos han forjado”. Le recomiendo Fes-ho ben fet (hacerlo bien
hecho), receta de un postre, “consigna preferida”, norma de vida y de
trabajo –diría yo– de la catalana Francisca Olivé Sans, originaria de
L’Espluga de Francolí, esposa de Miguel Olivé, nativo de Montblanc,
ambos poblados de Tarragona, Catalunya, España. La Guerra civil los
llevó “al exilio, caminando por los Pirineos (con su hija Natura),
guareciéndose de los bombardeo, enfrentado el campo de concentración en
Francia y cruzando el Atlántico en un barco con nombre de destino:
Mexique”, recuerda su nieta Alba Martínez Olivé en las páginas 139-141
del libro editado en 2011 y del que usted puede obtener más información
en el portal: tejedoradehistorias.com… “Con ocasión del Día Mundial del
Refugiado (20 de junio), Reporteros sin Fronteras alerta a António
Guterres, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados,
sobre la necesidad de proteger mejor a los periodistas en el exilio,
asimismo, actualiza su guía para ayudarlos en sus gestiones”.
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