Pedro Echeverría V.
1. En un estudio comparativo de la Unesco en cerca de 20 países europeos, americanos y asiáticos, en los primeros años del presente siglo, escribe hoy en La Jornada Calderón Alzati, México aparecía en primer lugar en cuanto a la producción de libros de texto, (la mayor parte de los cuales son gratuitos para los escolares de primaria de todo el país), por arriba incluso de los que se producían en Japón, o los que editaban los gobiernos de los países del ex bloque comunista, como Checoslovaquia y Hungría. Más de 100 millones de libros fuesen entregados a los estudiantes de primaria, en la primera semana de clases de cada ciclo escolar. Hoy día la cantidad se ha elevado a 250 millones.
2. A mi también me da gusto –no por el reconocimiento a los gobiernos- sino por el enorme papel que han tenido los libros de texto gratuitos en la educación primaria nacional. Los usé como profesor en la primaria en los estados de Hidalgo y Yucatán, por lo menos durante seis años, hasta que en 1966 me hice profesor de secundarias. En esos años Televisa no se había convertido en la SEP, ni tampoco Jacobo Zabludovski, Raúl Velazco y el "niño" Chavelo en sus más grandes ministros de la tele; tampoco en Monterrey los grandes empresarios ligados a editoriales, apagaban las grandes hogueras donde quemaban los libros "gratuitos, únicos y comunistas".
3. La idea de editar masivamente los libros de texto fue magnífica; en 90 por ciento servían a los niños, pero en un 10 por ciento servían a los profesores que los leían, les servía en parte de guía, para elaborar su material didáctico y su programa. La TV sólo llegaba a las ciudades, en las poblaciones menores aún no se conocía y los niños no empleaban en promedio ni media hora frente a la tele. Hoy, según estudios, están enfrente a esa "caja idiota" alrededor de ocho horas al día viendo novelas, programas tontos y, sobre todo, publicidad, mucha publicidad, elaborado por sicólogos y especialistas en la penetración y desajuste de la mente de los niños. Si los libros de texto no sirven o sirven poco, no hay que buscar mucho la causa.
4. Hoy no solo los libros de texto gratuitos parecen aburridos a los niños, también los libros en general a los adultos; no tienen la menor capacidad para competir con la TV y el Internet y se han convertido en lecturas para los privilegiados que aún conservan el interés y la costumbre por los libros. Aunque le pusieran más fotografías, cuentos y adivinanzas, incluso musiquita a los libros de texto, jamás podrá competir con Televisa y TV Azteca que están a punto de meter (ignoro si lo han hecho) novelas, diversiones y publicidad en los teléfonos móviles o celulares. ¿Puede olvidarse que en el capitalismo siempre triunfa el dinero?
5. La derecha en Monterrey, en Puebla y demás ciudades y estados, quemaba los libros de texto porque eran gratuitos y obligatorios; ya no ganaban dinero con su industria editorial privada en la venta de sus ediciones, pero también decían que eran libros de texto comunistas porque propagaban las doctrinas de Hidalgo, Morelos, Juárez y del nacionalismo. Por el contrario los héroes de la derecha: los españoles, Iturbide, la iglesia, Santa Ana y Porfirio Díaz, según ellos, eran vilipendiados. Esta derecha clerical, que estaba ligada a grupos reaccionarios de los EEUU, recibía el apoyo del gobierno de Kennedy (1961-63) y su programa "Alianza para el progreso".
6. No conozco cuál es la problemática actual de los libros de texto gratuito en la escuela primaria. Conocí como asesor-profesor en 1981, en la ciudad de México, los maravillosos textos editados en la Universidad Pedagógica por el "Sistema de Educación a Distancia". Luego en seminarios de representantes elaboramos algunos textos de asignaturas nuevas. Como si fuera un digesto, una compilación, se introdujeron en los textos decenas de capítulos de libros de escritores de mucho prestigio en su campo; eran tan interesantes que los mismo "asesores pedagógicos" aprendimos mucho en esos textos con interpretación crítica.
7. Los libros de texto gratuitos y obligatorios deben seguir publicándose porque son muy necesarios para cubrir un periodo de la enseñanza. No necesitan los libros muchos cambios para los niños que no habitan en las grandes urbes y mucho menos para aquellos en cuya cabeza no ha penetrado mucho la televisión. Al parecer las grandes ciudades –con excepción de las colonias marginadas- no tienen salvación porque ya son dóciles marionetas de la llamada sociedad del consumismo y la manipulación. Allí e se burlan del "aburrimiento" que producen los libros de texto. El desarrollo capitalista caminó a la inversa de los libros de texto y de los libros… (14/VI/14)
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