¿Cómo entender la política de Ghaddafi sin conocer África y al aún poderoso imperio de occidente?
Pedro Echeverría V.
1. Acabo de leer por Internet la siguiente carta: "Querido Hermano Muammar al-Ghadaffi: Al cumplir el Pueblo Libio un Aniversario más de su Gloriosa Revolución Popular, reciba Usted, de mi parte, y del pueblo nicaragüense organizado en un modelo de Democracia Directa, que lucha para transformar la injusticia en Libertad y Solidaridad, el abrazo y el acompañamiento, en estos tiempos de desafíos para la Especie Humana. Saludamos esta Efemérides con profundo reconocimiento. Estamos conscientes del gran aporte de la Revolución de la Jamahiria Popular Socialista Libia, y de Usted, Hermano Ghaddafi, a la conciencia de Poder de los Pueblos y a la acción popular transformadora, que ubica como meta una cultura Socialista, donde crear riqueza para compartirla, resulta indispensable para el Desarrollo y la Paz". Firma Daniel Ortega. Me pareció un amplio reconocimiento y una formalidad entre líderes.
2. Me llamó la atención el lenguaje de la carta, pero seguro el deseo de conocer un poco más sobre ese líder libio, maltratado durante más de 30 años por los gobiernos y medios de información occidentales por el hecho de haberse proclamado "socialista"; pero también porque, desde principios de este siglo, está siendo reivindicado por occidente al cambiar sus formas de trato político. Y esto último es para mí lo más preocupante, incluso definitivo. Durante muchos años admiré a Ghaddafi por su terco y consecuente antiimperialismo, incluso por pertenecer a los "países no alineados". Me pareció que él estaba cumpliendo en Libia -su pequeño pero digno país- y de manera general en África, el papel que cumplía Fidel Castro en Latinoamérica. Su liderazgo en la región, incluso por haber sumado a Siria y Egipto, fue siempre muy fuerte y su oposición a los gobiernos de los EEUU, Inglaterra, Italia –porque buscaron someterlo- fue abierta.
3. El llamado "socialismo" de Ghaddafi –que inició en 1969 al derrocar al rey Idris I- logró en ese pequeño país de unos siete millones de habitantes el nivel de vida más alto de África. Después de proclamar la Constitución en 1977 fue nombrado presidente del Congreso General del Pueblo pero dos años después abandonó todos sus cargos y se tituló «líder maestro». Impuso la reforma agraria y la nacionalización del petróleo. En su planteamiento político mezcla el socialismo, el islamismo y el nacionalismo. Impulsó proyectos de unión política de Libia con Egipto (1970), Siria (1971), Túnez (1974), Chad (1981) y Marruecos (1984) Pactó con los dirigentes de Marruecos, Mauritania, Argelia, y Túnez buscando la Unión Árabe (1989); apoyó la causa Palestina contra Israel; y participó en las guerras del Chad contra la presencia francesa (1977-88); presidió la Organización para la Unidad Africana (1982-83)
4. Lo que más dolió a los gringos fue la nacionalización –ordenada por Gaddafi- de las entidades financiera extranjeras que operaban en el país y la exigencia de evacuación de las bases militares de ingleses y yanquis que terminaron de salir en 1970. Recibió en Libia a Fidel Castro y estableció relaciones con la URSS. Sin embargo, como también sucedió en Cuba, Libia sufrió un tremendo bloqueo comercial de los EEUU y los países más poderosos que le cerraban mercados de comercio de petróleo y al mismo tiempo impedían que Libia comprara refacciones para sus fábricas, así como otros productos que necesitaba. Entonces el radical Ghaddafi tuvo que ceder ante el boicot –lo que Cuba no hizo o hasta ahora no ha hecho- y occidente comenzó a aplaudirlo, a acosarlo, a ofrecerle apoyos para luego someterlo. Así la estrategia conquistadora de los países más ricos del mundo comenzó a ser efectiva frente al "socialista" y radical Gaddafi.
5. Entonces me viene la pregunta: ¿Qué pasó con el "socialismo" libio y la enorme personalidad de Ghaddafi? Cedió una vez y recibió halagos, cedió una segunda vez y recibió aplausos, cedió otra vez y se convirtió en más de lo mismo: una pieza más del engranaje de la estructura mundial capitalista. Aunque de distinta manera, pero con los mismos resultados, la llamada URSS, China, todo el bloque europeo, que se nombraban asimismo "socialistas" se derrumbaron después de alrededor de medio siglo de vida en el que no construyeron ningún sustento material e ideológico firme y sólo se dedicaron a construir terribles centralismos burocráticos de gobierno repitiendo todos los vicios y deformaciones del sistema de opresión capitalistas. Aunque en México las corrientes autogestivas sólo comenzamos a darnos cuenta a mediados de los años sesenta, los anarquistas y los no leninistas habían denunciado esos hechos 50 años antes.
6. Pero, aunque conozca el pensamiento de Plejanov sobre "el papel del individuo en la historia", la enorme influencia que tiene "el individuo" en las transformaciones sociales, tengo la convicción hasta hoy, que los Lenin, Stalin Mao, Kruschov, Ghaddafi, Ortega o Fidel Castro, no son los culpables del fracaso del socialismo en los 15 a 20 países que se proclamaron como tales; ellos sólo fueron parte de estructuras que en última instancia eran débiles frente al poderoso capitalismo económico y militar con 500 años de vida. Desde hace 50 años he vivido esperanzado en el derrumbamiento del imperialismo yanqui y, aunque seguramente es cada día más débil por la competencia y la vejez, siguen los imperios capitalistas dominando el mundo y cambios de la radicalidad al entreguismo como el de Ghaddafi y muchos más, seguiremos viéndolos. Por eso nuestro enraizamiento del socialismo en la conciencia tiene que estar al nivel más profundo.
7. Las políticas keynesianas de inversiones y gastos sociales: en educación, salud, vivienda, seguridad, etcétera, a partir de un Estado fuerte y centralizado pueden remediar muchos problemas de la población y estar muy por encima de cualquier economía de iniciativa privada, pero no tienen nada que ver con el socialismo. Además de que el socialismo sólo tiene que ver con la supresión del trabajo asalariado, la plusvalía y las clases sociales, también debe registrarse un total cambio de conciencia social en la que la propiedad privada, el individualismo y el consumismo han sido erradicados de la conciencia y la práctica social. ¿Cuántos años puede resistir un "socialismo" por decreto con un pueblo pensando y ambicionando toda la chatarra producida por el capitalismo? Por eso junto a la revolución política y económica tiene que desarrollarse una profunda revolución cultural en el seno de toda la población.
Desaparición forzada
Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Entre los "daños colaterales" que genera la Guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado --concepto que utiliza la Secretaría de la Defensa Nacional y su titular en pésima copia del lenguaje de los estrategas de las invasiones a Iraq y Afganistán--, destaca el crecimiento exponencial de las víctimas de la desaparición forzada.
En cuatro informes de gobierno de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa suman tres mil los desaparecidos y la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares Detenidos-Desparecidos estima que de ellos 400 casos obedecen a razones políticas, 500 a mujeres y niños por trata de personas y 2 mil 100 son por motivos vinculados al narcotráfico.
El problema es tan grave que un centenar de organismos civiles de defensa y promoción de los derechos humanos de toda República, realizan la Campaña nacional contra la desaparición forzada. "Por la presentación con vida de los desaparecidos. Juicio y castigo a los responsables".
Las razones son dos. Una formal: el 30 de agosto se celebró en la aldea el Día Internacional del Desaparecido. Y la real es que México fue colocado --bajo el gobierno que dice apostar por "el estado de derecho" y "un país de leyes"--, a la vanguardia en América Latina en tan deleznable como ilegal práctica y que, al decir de los organizadores de las movilizaciones, se realizan "ante el incremento alarmante de las desapariciones forzadas de personas y la denegación total de justicia a las víctimas".
Son 2.22 desparecidos diariamente o 66.66 mensuales en los 45 meses de un gobierno que festina por todos los medios, incluido el telefónico, en franca agravio a la privacidad y el descanso de los ciudadanos, pero también sin reparar en gastos, como si los recursos económicos abundaran en un país saturado de carencias y una administración que destaca por la incapacidad crónica para ejercer el presupuesto que se le asignó.
Pero más allá de los ilustrativos números, Sanjuana Martínez, la regiomontana reportera independiente, le coloca nombres y apellidos a una serie de estrujantes casos de los que llama los "otros desaparecidos", los que sin razón aparente –explica-- fueron levantados por cuerpos policiacos locales, la Policía Federal, el Ejército y la Armada o bien por el crimen organizado. Los casos tradicionales, los desparecidos por razones políticas e ideológicas por los aparatos represivos del Estado, existen desde tiempo ha, aunque con frecuencia se asocia a 1969 la primera desaparición forzada, bajo el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez como secretario de Gobernación. Por supuesto que no es así. Baste un ejemplo: El 27 de agosto de 1959 apareció torturado y asesinado Román Guerra Montemayor, dirigente ferrocarrilero comunista en Monterrey. Para no hablar de los secuestros y encarcelamientos posteriores de luchadores políticos y sociales en los años 20 del siglo pasado.
La incompetencia y la abulia distinguen a las autoridades de hoy frente a una práctica que alarma por su recurrencia y que, como bien apunta Sanjuana, es una constante desde 1969. Allí está, para mayor prueba, la presentación ayer de una denuncia penal en contra de Echeverría, en la Procuraduría General de la República, como presunto responsable del delito de desaparición forzada en la persona de Jesús Piedra Ibarra, hijo de Rosario Ybarra de la Garza, consumada en abril de 1975.
Nunca fue más pertinente que ahora el aún localizado reclamo ciudadano: "Por la presentación con vida de los desaparecidos. Juicio y castigo a los responsables". Y más nos vale a todos que ambas demandas adquieran vigorosa fuerza antes de que sea demasiado tarde, y la ley de la selva se apodere de nuestras vidas y familias.
Acuse de recibo
Julio Pomar, coordinador de Comunicación Social del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, reitera que Forum es una revista "perseguida con saña inaudita por el actual gobierno"… El trabajo y los lujos de la tierra. Biotecnología y jornaleros en la agricultura globalizada de México, es el título del nuevo libro de la doctora Yolanda Cristina Massieu Trigo, colaboradora de Forum e integrante del Grupo María Cristina... Bulmaro Castellanos, mejor conocido como Magú, retornó el lunes 30 al quehacer de la espléndida planta de moneros de La Jornada, tras una operación del motor humano… Los jornaleros directivos, por cierto, insisten en colocar en último lugar los cartones del excelente Hernández… Didier Marquina Cárdenas, secretario general de la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros, comenta: "Pemex va a la muerte, según el senador Francisco Labastida. Felipe Calderón refuta y aquél sostiene que sólo interpreta los datos oficiales. Bueno, el senador Labastida también tiene mucho que explicar de cuando promovió la reforma energética. Y de hecho con esa declaración hace que todos los pillos se froten las manos, porque no necesita decirlo el gobierno de Calderón. El senador Labastida como buen matasanos anuncia la muerte del enfermo. Ha invocado a los buitres"
El retorno de los vencidos
Laura M. López Murillo (especial para ARGENPRESS.info)
Comité denuncia persistencia de actos de violencia contra mujeres
Natasha Pitts *
Adital -
De acuerdo con el comunicado publicado por el Cladem, Luz Mila Chávez fue una de las últimas colombianas muertas en virtud de su actuación en pro de los derechos de las mujeres. Luz, que fue asesinada hace pocas semanas dentro de su casa por un hombre, era una reconocida activista política y sindical del Departamento de Casanare, fue fundadora del Departamento de la Mujer de la Central Única de los Trabajadores (CUT) y era parte de la Alianza Iniciativa de Mujeres por la Paz.
El último día nueve, Luz Emilia Carreño Barrera, Madre de la Comunidad del barrio de San Cristóbal, en la ciudad de Bogotá, tuvo el mismo destino. Sólo cuatro días después, otra Madre de la Comunidad fue asesinada. Esta vez, la violencia contra las que batallan por los derechos de las mujeres se cobró la vida de Jineth Alexandra Barrios Duque, que actuaba en la localidad de Engativa, también en la capital Bogotá.Judith Maldonado Mojica fue otra víctima. El día 4 de agosto, en la ciudad de Bucaramanga, la directora del Colectivo de Abogados Luis Carlos Pérez fue abordada por hombres armados que la hicieron padecer violencia física, agresión verbal y amenaza de muerte. A Judith además le llevaron su cartera de mujer. Dos días antes del atentado, Judith ya había denunciado que era perseguida por hombres en una moto cuando se dirigía al Consulado de Venezuela.
Los grupos paramilitares son señalados como los responsables de las muertes de varias activistas. El último día 12, Isolina Arango Ochoa y las integrantes de la Asociación Nacional de Mujeres Campesinas, Indígenas y Negras de Colombia (ANMICIC) fueron blanco de serias amenazas de muerte. De acuerdo con el comunicado del Cladem, los "águilas negras", paramilitares del Magdalena Medio y del Oriente de Caldas, dejaron el aviso de que las mujeres deberían salir de la zona, caso contrario serían "descuartizadas y no habría ni siquiera fosas comunes" para todas ellas.
Traducción: Daniel Barrantes - barrantes.daniel@gmail.com
La mesa política de Aristegui con Dresser, Meyer y Aguayo
Sergio Aguayo ha sido invitado por Carmen Aristegui para participar en la mesa política junto a Lorenzo Meyer y Denise Dresser.
Videos de la Primera Emisión Lunes 30 de agosto 2010.
Segmento 1
Segmento 2
Segmento 3
Segmento 4
Escucha a Sergio Aguayo con Carmen Aristegui: los lunes a las 9:00 horas a través de MVS Radio en el 102.5 FM en el D.F. MVS Radio o en www.mvsnoticias.com
Mujeres juntas…
Martha Tagle
Jóvenes, maduras, nuevas, viejas, socialistas, autónomas, políticas, sindicalistas, indígenas, lesbianas. En fin, una muestra de la gran diversidad de mujeres que nos reconocemos como feministas. En total más de mil 300 mujeres de 29 estados, nos reunimos durante tres días, el pasado fin de semana, en Zacatecas.
Después de 18 años de no reunirnos, nos encontrarnos para evaluar lo que hemos hecho o dejado de hacer, reflexionar desde nuestra mirada crítica el contexto que nos rodea; identificar lo que nos une, reconocer nuestras diferencias, y plantearnos caminos por los cuales continuar luchando por una sociedad más justa e igualitaria.
Esta reunión echa abajo dos ideas preconcebidas: una, que las mujeres no podemos trabajar juntas, pues como feministas durante los últimos cuarenta años en México, hemos luchado por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos; contra la violencia y por la libre preferencia sexual; y dos, que el feminismo no es lo mismo que el machismo, sino que es un movimiento político, cultural y social que construye, desde diferentes espacios, la igualdad para mujeres y hombres.
Ahora, el contexto es diferente, pero la batalla es la misma: mujeres encarceladas por aborto; asesinadas en la impunidad, violentadas por militares; viudas y víctimas de la guerra contra el narcotráfico; abandonadas en el campo a su suerte; muertas en el parto por falta de atención médica; migrantes violadas y vejadas sin que valgan sus derechos, madres que pierden a sus hijos en la guardería sin que haya responsables, son algunos ejemplos de la violencia institucional que viven las mujeres.
Al mismo tiempo, mujeres que nos hemos adueñado de nuestras vidas, nos preparamos, trabajamos, pagamos impuestos, pero aún no somos ciudadanas en plenitud pues no compartimos el poder público ni ejercemos el presupuesto. Por lo anterior, hemos coincidido en la necesidad de estar unidas y ampliar nuestras alianzas para exigir una vida libre de violencia; el respeto al carácter laico del Estado mexicano como garantía de la libertad de pensar y ser diferentes; una democracia paritaria, y el reconocimiento del valor económico de nuestro trabajo cotidiano.
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