Julio Hernández López: Astillero
Felipe se desespera y trata de modelar una percepción social favorable de última hora, con datos estadísticos de malabarista que pretende convencer a los desempleados de que no lo son y a la sociedad entera de que el cuadro de desastre sangriento es una acuarela soleada. Ni siquiera cuida las formas el pinolero en jaque electoral: usa los medios electrónicos con exceso pero sin buenos resultados, su rostro y sus palabras develan angustias a las que no logra disfrazar de éxitos. E incluso da involuntarios adelantos de la conducta que podría asumir en 2012, en caso de llegar hasta entonces, pues reproduce en tono menor el descarado intervencionismo foxista que pretendía inducir el voto a favor de continuidades de blanco y azul argumentando presuntos paraísos logrados por el gobierno federal en turno.
Nunca antes tantas elecciones estatales se habrían de realizar en tal cuadro de descomposición. Políticamente, Los Pinos acordó con el camachismo-ebrardismo-chuchismo el lanzamiento de las alianzas perreánicas que derribaron las pocas defensas que en el ánimo cívico invitaban a tener esperanza en lo electoral como ruta de mejoría pública: fundir en el pragmatismo obsceno las posiciones extremas del abanico ideológico, y presentar en fórmula conjunta a quienes en 2006 pelearon con todo a propósito de la elección presidencial, resultó inmejorable vía para desalentar la participación cívica. Otro golpe seco fue la revelación de los acuerdos entre Gobernación, PAN y PRI para canjear votos en San Lázaro sobre reformas fiscales por inhibición de alianzas en el estratégico estado de México. Vergonzosos episodios en los que Calderón se hizo el ignorante, Gómez Mont el ofendido, Peña Nieto el traicionado y César Nava el futuro consorte Patylú. Y, como telón de fondo que en realidad es el argumento central, el definitorio del curso de la obra, la salvaje violencia correspondiente a la personalísima guerra que el tambaleante Calderón declaró desde diciembre de 2006 y que a estas alturas ha puesto en entredicho la viabilidad operativa de los comicios, amenazados o condicionados muchos candidatos, dominante la plata de los cárteles que definen la fuerza de las campañas, temerosos los hipotéticos votantes de atentados u otros actos criminales en las urnas.
En ese cuadro de catástrofe es natural que ni siquiera haya una leve esperanza de cambio positivo a partir de las elecciones de este domingo. El PRI se ha erigido en la increíble oferta de regresión a los peores tiempos del autoritarismo atemperado como alternativa ante el terrible desamparo al que los panistas han llevado al país: más vale pésimo por conocido que falsamente bueno que todo ha echado a perder. En el fondo, el ánimo social favorable al retorno o continuidad del PRI es una aspiración de que se reinstalen los viejos mecanismos de control de la delincuencia mediante pactos y arreglos que favorecían a capos políticos pero impedían daños a la sociedad. Este domingo, los jefes estatales priístas harán todo lo necesario para dejar herederos-guardaespaldas, mientras los presuntos opositores naufragan entre mescolanzas imposibles, atenazados por el saldo implacable de que sus propuestas de cambio no son sino reciclamientos de figuras, grupos e intereses del mismo aparato priísta.
No deja de ser irónico que la oposición de este domingo esté conformada, sustancialmente, por el grupo que formalmente tiene el poder federal (es decir, el panismo calderonista) y los usufructuarios partidistas de la corriente que en 2006 ganó la elección presidencial pero le fue arrebatada por esos mismos socios coyunturales de ahora. Juntos, PAN y PRD, más las variaciones locales en que se incluyen PT y Convergencia, tuvieron cuatro años atrás la gran mayoría de los votos nacionales, y hoy pelean en desventaja enorme, desfondados y sin autoridad moral alguna. Por ello, sus propuestas electorales son radicalmente insustanciales, prolongación del mismo esquema de saqueo y simulación. Si acaso, por dejar una interrogante abierta, habría de ponerse aparte a Gabino Cué, en caso de que el cártel de Ulises no armara bien su anunciadísimo fraude electoral. Es indudable que Cué, por sí mismo, no podría hacer peor papel que el del actual déspota oaxaqueño. Pero es probable que todo quedaría en matices, grados y formas, pignorado como está desde ahora ese eventual triunfo a los intereses del calderonismo que ha apostado cuanto ha podido a esa candidatura gabinista que obviamente siente comprometida con Los Pinos; Cué apoyado por ex gobernadores priístas en pugna con Ulises. Más de lo mismo, pero de otra forma.
Todo augura, pues, un nuevo triunfo priísta, en la Gran Marcha hacia el 2012. Sinaloa, Puebla y Oaxaca son los puntos en donde podrían darse sorpresas en favor de la oposición. Calderón quedaría aún peor que ahora si se confirman los pronósticos de victorias de tres colores, no sólo recortado escandalosamente su ámbito real de mando, sino expuesto a la revancha del priísmo que se siente muy agredido en este tramo final. En el futurismo priísta quedará fortalecido Peña Nieto, pero es probable que una vez superado este momento (tregua) electoral, se desate la verdadera guerra interna en el PRI, que busque desbancar al gobernador del estado de México y reposicionar a Manlio Fabio Beltrones. El saldo de las alianzas perreánicas precisará las esperanzas ebrardistas de crecimiento y eventual consolidación como aspirante serio a la Presidencia de la República. Él y su gurú camaleónico, Manuel Camacho, apostaron todo a esos pactos. López Obrador, por su parte, deberá hacer un recuento de daños: el PT y Convergencia acabaron apoyando en varios lugares al PAN e incluso al PRI, el ebrardismo-camachismo se distanció abiertamente de sus posiciones y él mismo ha abonado a la confusión al decir que sí asistiría a un encuentro con Calderón, así fuera con ciertas condiciones.
Y, mientras el peñanietismo mantiene en la cárcel a los tres principales dirigentes de Atenco, ¡feliz fin de semana… electoral!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx • http://twitter.com/julioastillero
Enrique Galván Ochoa: Dinero
Más de 30 minutos habló ayer el presidente estadunidense, Barack Obama, en la Universidad Americana en Washington, DC, sobre el asunto de la migración. Repitió los argumentos en pro y en contra de una reforma extensa. Recordó a Ted Kennedy y a John McCain, quienes alguna vez formaron equipo para impulsarla. Criticó la politiquería que la mantiene congelada. Tocó por encimita la ley Arizona... y nada más. Ya estamos en julio, el próximo dia 29 entrará en vigor la nueva ley y la gobernadora Jan Brewer no parece estar dispuesta a dar marcha atrás. La principal organización de defensa de los derechos civiles del país vecino (American Civil Liberties Union) denuncia que ha recibido reportes de que los sheriffs ya tienen una lista negra de paisanos aun antes de que la legislación se haga efectiva. Comenzó el éxodo. Las familias se mudan a otros estados prefieren eso que volver a México. Acá las cosas están que arden. ¿Y el recurso que supuestamente iba a interponer el Departamento de Justicia ante tribunales federales? Hillary Clinton lo confirmó en reciente viaje a Ecuador. De eso no habló nada ayer Obama en su discurso en dicha universidad, y no es buen síntoma. En días recientes se han publicado algunas encuestas que indican que la opinión pública simpatiza con la ley Arizona. La fábrica de pobres El gobierno mexicano está acalambrado por la incertidumbre. La fábrica de pobres –nuestros braceros– genera mas de 20 mil millones de dólares al año. Sería una catástrofe que los perdiera. Había caído la producción, pero el pasado junio las cosas comenzaron a arreglarse. Los envíos de los paisanos superaron 2 mil millones de dólares; para decirlo con exactitud: 2 mil 128 millones. Felipe Calderón dijo ayer que se han creado medio millón de empleos en fechas recientes. Mmm. No dijo que más de 200 mil personas están ocupadas en el Censo en forma temporal. Fueron contratadas por un mes con un salario de 2 mil pesos, pero algún estratega político aconsejó la conveniencia de renovarles el contrato otro mes a ver si votan el domingo por el PAN.
Felipe se desespera y trata de modelar una percepción social favorable de última hora, con datos estadísticos de malabarista que pretende convencer a los desempleados de que no lo son y a la sociedad entera de que el cuadro de desastre sangriento es una acuarela soleada. Ni siquiera cuida las formas el pinolero en jaque electoral: usa los medios electrónicos con exceso pero sin buenos resultados, su rostro y sus palabras develan angustias a las que no logra disfrazar de éxitos. E incluso da involuntarios adelantos de la conducta que podría asumir en 2012, en caso de llegar hasta entonces, pues reproduce en tono menor el descarado intervencionismo foxista que pretendía inducir el voto a favor de continuidades de blanco y azul argumentando presuntos paraísos logrados por el gobierno federal en turno.
Nunca antes tantas elecciones estatales se habrían de realizar en tal cuadro de descomposición. Políticamente, Los Pinos acordó con el camachismo-ebrardismo-chuchismo el lanzamiento de las alianzas perreánicas que derribaron las pocas defensas que en el ánimo cívico invitaban a tener esperanza en lo electoral como ruta de mejoría pública: fundir en el pragmatismo obsceno las posiciones extremas del abanico ideológico, y presentar en fórmula conjunta a quienes en 2006 pelearon con todo a propósito de la elección presidencial, resultó inmejorable vía para desalentar la participación cívica. Otro golpe seco fue la revelación de los acuerdos entre Gobernación, PAN y PRI para canjear votos en San Lázaro sobre reformas fiscales por inhibición de alianzas en el estratégico estado de México. Vergonzosos episodios en los que Calderón se hizo el ignorante, Gómez Mont el ofendido, Peña Nieto el traicionado y César Nava el futuro consorte Patylú. Y, como telón de fondo que en realidad es el argumento central, el definitorio del curso de la obra, la salvaje violencia correspondiente a la personalísima guerra que el tambaleante Calderón declaró desde diciembre de 2006 y que a estas alturas ha puesto en entredicho la viabilidad operativa de los comicios, amenazados o condicionados muchos candidatos, dominante la plata de los cárteles que definen la fuerza de las campañas, temerosos los hipotéticos votantes de atentados u otros actos criminales en las urnas.
En ese cuadro de catástrofe es natural que ni siquiera haya una leve esperanza de cambio positivo a partir de las elecciones de este domingo. El PRI se ha erigido en la increíble oferta de regresión a los peores tiempos del autoritarismo atemperado como alternativa ante el terrible desamparo al que los panistas han llevado al país: más vale pésimo por conocido que falsamente bueno que todo ha echado a perder. En el fondo, el ánimo social favorable al retorno o continuidad del PRI es una aspiración de que se reinstalen los viejos mecanismos de control de la delincuencia mediante pactos y arreglos que favorecían a capos políticos pero impedían daños a la sociedad. Este domingo, los jefes estatales priístas harán todo lo necesario para dejar herederos-guardaespaldas, mientras los presuntos opositores naufragan entre mescolanzas imposibles, atenazados por el saldo implacable de que sus propuestas de cambio no son sino reciclamientos de figuras, grupos e intereses del mismo aparato priísta.
No deja de ser irónico que la oposición de este domingo esté conformada, sustancialmente, por el grupo que formalmente tiene el poder federal (es decir, el panismo calderonista) y los usufructuarios partidistas de la corriente que en 2006 ganó la elección presidencial pero le fue arrebatada por esos mismos socios coyunturales de ahora. Juntos, PAN y PRD, más las variaciones locales en que se incluyen PT y Convergencia, tuvieron cuatro años atrás la gran mayoría de los votos nacionales, y hoy pelean en desventaja enorme, desfondados y sin autoridad moral alguna. Por ello, sus propuestas electorales son radicalmente insustanciales, prolongación del mismo esquema de saqueo y simulación. Si acaso, por dejar una interrogante abierta, habría de ponerse aparte a Gabino Cué, en caso de que el cártel de Ulises no armara bien su anunciadísimo fraude electoral. Es indudable que Cué, por sí mismo, no podría hacer peor papel que el del actual déspota oaxaqueño. Pero es probable que todo quedaría en matices, grados y formas, pignorado como está desde ahora ese eventual triunfo a los intereses del calderonismo que ha apostado cuanto ha podido a esa candidatura gabinista que obviamente siente comprometida con Los Pinos; Cué apoyado por ex gobernadores priístas en pugna con Ulises. Más de lo mismo, pero de otra forma.
Todo augura, pues, un nuevo triunfo priísta, en la Gran Marcha hacia el 2012. Sinaloa, Puebla y Oaxaca son los puntos en donde podrían darse sorpresas en favor de la oposición. Calderón quedaría aún peor que ahora si se confirman los pronósticos de victorias de tres colores, no sólo recortado escandalosamente su ámbito real de mando, sino expuesto a la revancha del priísmo que se siente muy agredido en este tramo final. En el futurismo priísta quedará fortalecido Peña Nieto, pero es probable que una vez superado este momento (tregua) electoral, se desate la verdadera guerra interna en el PRI, que busque desbancar al gobernador del estado de México y reposicionar a Manlio Fabio Beltrones. El saldo de las alianzas perreánicas precisará las esperanzas ebrardistas de crecimiento y eventual consolidación como aspirante serio a la Presidencia de la República. Él y su gurú camaleónico, Manuel Camacho, apostaron todo a esos pactos. López Obrador, por su parte, deberá hacer un recuento de daños: el PT y Convergencia acabaron apoyando en varios lugares al PAN e incluso al PRI, el ebrardismo-camachismo se distanció abiertamente de sus posiciones y él mismo ha abonado a la confusión al decir que sí asistiría a un encuentro con Calderón, así fuera con ciertas condiciones.
Y, mientras el peñanietismo mantiene en la cárcel a los tres principales dirigentes de Atenco, ¡feliz fin de semana… electoral!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx • http://twitter.com/julioastillero
Enrique Galván Ochoa: Dinero
Más de 30 minutos habló ayer el presidente estadunidense, Barack Obama, en la Universidad Americana en Washington, DC, sobre el asunto de la migración. Repitió los argumentos en pro y en contra de una reforma extensa. Recordó a Ted Kennedy y a John McCain, quienes alguna vez formaron equipo para impulsarla. Criticó la politiquería que la mantiene congelada. Tocó por encimita la ley Arizona... y nada más. Ya estamos en julio, el próximo dia 29 entrará en vigor la nueva ley y la gobernadora Jan Brewer no parece estar dispuesta a dar marcha atrás. La principal organización de defensa de los derechos civiles del país vecino (American Civil Liberties Union) denuncia que ha recibido reportes de que los sheriffs ya tienen una lista negra de paisanos aun antes de que la legislación se haga efectiva. Comenzó el éxodo. Las familias se mudan a otros estados prefieren eso que volver a México. Acá las cosas están que arden. ¿Y el recurso que supuestamente iba a interponer el Departamento de Justicia ante tribunales federales? Hillary Clinton lo confirmó en reciente viaje a Ecuador. De eso no habló nada ayer Obama en su discurso en dicha universidad, y no es buen síntoma. En días recientes se han publicado algunas encuestas que indican que la opinión pública simpatiza con la ley Arizona. La fábrica de pobres El gobierno mexicano está acalambrado por la incertidumbre. La fábrica de pobres –nuestros braceros– genera mas de 20 mil millones de dólares al año. Sería una catástrofe que los perdiera. Había caído la producción, pero el pasado junio las cosas comenzaron a arreglarse. Los envíos de los paisanos superaron 2 mil millones de dólares; para decirlo con exactitud: 2 mil 128 millones. Felipe Calderón dijo ayer que se han creado medio millón de empleos en fechas recientes. Mmm. No dijo que más de 200 mil personas están ocupadas en el Censo en forma temporal. Fueron contratadas por un mes con un salario de 2 mil pesos, pero algún estratega político aconsejó la conveniencia de renovarles el contrato otro mes a ver si votan el domingo por el PAN.
Julio Boltvinik: Economía Moral
Esta semana tuvo lugar en la Universidad de Manchester (UdeM) un taller en el cual se exploraron las posibilidades de que algunos países, más allá de Brasil, Rusia, India y China tuvieran el poder de influir en las políticas de lucha contra la pobreza de terceros países. Definir qué países deben estar en ese grupo es una parte inicial de un proyecto de investigación que llevaría después al estudio detallado de dicha influencia en su región y más allá. En ese grupo de poderes (o jugadores) emergentes se incluyó México y por ello fui invitado al taller. De los muchos temas que se discutieron quiero centrarme en dos: en la idea de inducción de conductas mediante transferencias condicionadas y en el papel de las ideas en la transformación de la realidad. Marx decía que cuando los trabajadores asimilan la teoría, ésta se convierte en un arma revolucionaria.
Carlos Fernández-Vega: México SA
Los medios electrónicos de comunicación deben estar fascinados con el personaje, porque un día sí, y el siguiente también, el inquilino de Los Pinos les apesta la programación regular al transmitir electoreros mensajes a la nación que presumen supuestos cumplimientos de promesas por doquier. Felipe Calderón está igual de desatado que de desesperado ante los comicios del próximo domingo, en los que se adelanta una brutal derrota para su partido, en general, y para él, en particular.
Se le acabó la agenda mundialista, de tal suerte que a los genios de la propaganda oficial no se les ocurrió mejor cosa que sacarse de la manga, al más puro estilo foxista, un sinnúmero de logros y metas alcanzadas, todas ellas, desde luego, virtuales. Así, pésimamente disfrazados de mensajes a los medios de comunicación, en los últimos días los espots electoreros de Felipe Calderón han ido de la cancelación de la tenencia por el uso de vehículos, pasando por excelentes decisiones en materia fiscal, hasta el mágico anuncio de medio millón de empleos formales en el primer semestre de 2010, con lo que, dijo, las familias mexicanas viven mejor y se cumple otra promesa de campaña.
Tres tomaduras de pelo en menos de una semana (algo por demás usual a lo largo de su estancia en Los Pinos): por decreto, desapareció un impuesto, el de la tenencia, que ya había desaparecido el Legislativo tres años atrás, aunque en los hechos queda abierta la posibilidad legal de que sean los propios gobiernos estatales los que apliquen y cobren directamente el citado gravamen; en pomposo anuncio, el susodicho dio a conocer cinco medidas de desregulación fiscal, que incluyen la eliminación de las declaraciones mensuales del impuesto empresarial a tasa única (IETU) y la anual del impuesto al valor agregado (IVA), algo que ni por aproximación conlleva el combate a la elusión y evasión fiscales, ni redistribuye la carga fiscal en el país, ni amplía el padrón de contribuyentes, ni cobra impuestos al gran capital, ni nada de nada. En todo caso, los afectados serán los contadores, que ya no cobrarán por elaborar 12, sino una declaración; y la más reciente, la de ayer, con el tema laboral: ya la hicimos, ya cumplimos la promesa de campaña (aquella del presidente del empleo).
Este último mensaje a los medios de comunicación, ayer al filo de las 18 horas, no se lo cree ni Javier Lozano Alarcón, pianista de cabecera del inquilino de Los Pinos. Con el discurso reiterativo, gastado, escuchado hasta el exceso a lo largo de su estancia en la residencia oficial, Calderón celebró que en los últimos seis meses se generaron 513 mil empleos formales (no especificó cuántos de ellos eventuales) y que por esa razón los mexicanos van a vivir mejor. Qué bueno que se haya generado medio millón de empleos, si la cifra es correcta, pero para que en realidad los mexicanos vivan mejor, como presume, a estas alturas del partido el registro de empleo formal en el país debería acumular no menos de 4 millones 300 mil plazas laborales adicionales a las registradas en el IMSS el 1º de diciembre de 2006 y sin considerar rezagos.
En los hechos, a lo largo de su estancia alrededor de un millón de mexicanos debieron incorporarse, obligadamente, al ejército de desempleados, un balance verdaderamente desastroso del presidente del empleo, quien ayer obviamente dejó a un lado este tema para presumir que estamos a sólo 80 mil empleos del máximo histórico del IMSS, cuando en realidad ese máximo debería ascender, por estas fechas, a más de 18 millones formales, y no a 14 millones, incluidos los 513 mil 373 puestos de trabajo cacareados en su mensaje a los medios de comunicación.
El país se le desmorona, cada paso que da es una deposición, el ambiente político está sumamente enrarecido, la economía pende de flácidos alfileres, y el señorcito se da el lujo de ordenar la transmisión en cadena nacional de sus espots electoreros, sin que ninguna autoridad electoral le ponga freno a su desesperada campaña para intentar, fallidamente a todas luces, recuperar algunos milímetros de los muchísimos kilómetros por él perdidos.
Entonces, decretos para desaparecer impuestos cuya desaparición ya estaba calendarizada, pero que de cualquier forma cobrarían las arcas de los estados de la República; desregulación fiscal, justo en un año en el que los contribuyentes cautivos (tengan o no con qué) deberán pagar mucho más debido a los nuevos gravámenes y al incremento en los existentes, a la vez que son víctimas de los buitres del SAT y la Secretaría de Hacienda que sólo contra ellos actúan, porque el gran capital se mantiene incólume en este renglón, como en tantos otros; y victoriosos anuncios en la televisión y la radio presumiendo lo que en los hechos debería darle vergüenza: una cantidad de plazas labores generadas que resulta mínima si se compara con la demanda real, que ni de lejos ha podido satisfacer. Y de la triunfalista celebración por el cumplimiento en materia de empleo, al rosario de buenas noticias en materia económica: en castellano simple, somos lo máximo, según el susodicho.
Con el boato que acostumbra, una vez más en uso descarado y pantagruélico de los recursos de la nación con fines electoreros, Calderón alegremente brinca a la pantalla chica para anunciar (si a estas alturas alguien lo escucha) que cumple con sus promesas de campaña, y sin sonrojo alguno lo dice a escasos dos días de las elecciones para gobernador en 12 estados de la República, en los que, todo apunta, el señorcito de Los Pinos y su partido particular registrarán zapato, o muy cerca, sin autoridad electoral alguna le ponga freno. De hecho es al contrario: demasiada casual la renuncia de la titular de la Fepade, organismo dependiente de la PGR, a su vez subordinada al inquilino de Los Pinos. ¿Quién dijo que era imposible otro peor que Fox?
Las rebanadas del pastel
La Procuraduría General de Justicia del Estado de México, la misma del caso Paulette, la misma que controla Enrique Peña Nieto, utilizó pruebas ilícitas para imputarles secuestro equiparado a los atenquenses sentenciados a una barbaridad de años en prisión, dice la mayoría de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; que la PGJEM procedió sin sustento y usó pruebas ilícitas en este caso; y que, en fin, fincó las acusaciones contra los detenidos a partir de premisas falsas y endebles. Bien, pero, ¿quién resarce el daño a los injustamente encarcelados? ¿Quién paga la factura por esta aberración jurídica, no sólo permitida sino impulsada por Peña Nieto y su banda? ¿Tampoco hay culpables en este caso, como en el de la guardería ABC?
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Penultimátum
Qien lo dijo el legendario líder tlaxcalteca Maxixcatzin cuando su escuadra sucumbió ante la armada suiza en las aguas marinas de Texcoco, aquel aciago 6 de julio de 1218: El triunfo tiene muchos jefes, las derrotas, apenas uno. Es lo que hoy sucede con la eliminación del Mundial del equipo de futbol de la iniciativa privada mexicana. Javier el Vasco Aguirre es el culpable de esta nueva debacle, proclaman los que ayer lo declararon el héroe del Bicentón. El hombre que encabezó la mayor campaña oficial en favor del optimismo abandona el país. Pero aquí estamos para hallar otros culpables no menos importantes. Citemos unos cuantos por carencia de espacio:
Patricia Peñaloza: Ruta Sonora
Tentado como estaba Carlos Monsiváis a inicios de los años 60, por el ánimo novedoso y festivo del rocanrol españolizado (Ruta Sonora 25/6/10), participó en dos proyectos representativos, una película y un conjunto de rock, empatía jocosa de la que luego se distanció, dadas las represiones gubernamentales de 1968 y 1971: eligió tomar partido, manifestar su indignación, y dudar de quienes no lo hicieran. Por ello, además de su afición generacional al cine en lugar del rock (ídem), es claro notar un Monsiváis antes y después del 68, en torno al rock y sus seguidores: antes relajado, después distante (años 70), para reconciliarse en los 80 y dejarlo ser en paz, de los 90 para acá.
Provocación y venganza
A pesar de la contundencia del fallo emitido el miércoles pasado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en el que se ordenó la inmediata excarcelación de los 12 dirigentes y activistas de San Salvador Atenco que permanecían en prisión desde 2006, acusados y sentenciados con base en imputaciones inventadas e improcedentes, y tras la liberación de nueve de los presos, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal sacó de sus archivos cuatro causas penales distintas a aquella que juzgó y desechó el máximo tribunal del país, tres de ellas del fuero común y originadas en 2006 (robo agravado, lesiones y daño en los bienes públicos y despojo) y una más, del fuero federal, que data de 2008: ataques a las vías de comunicación. Con esos elementos el gobierno federal mantuvo en la cárcel a tres de los inculpados: Ignacio del Valle Medina, Felipe Álvarez Hernández y Héctor Galindo Gochicoa, hasta las últimas horas de ayer, y generó, en forma por demás innecesaria, un ambiente de incertidumbre y exasperación.
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El Correo Ilustrado
Solicitan asilo político para América del Valle
Excelentísimo señor Trino Alcides, embajador de la República Bolivariana de Venezuela:
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Marcos Roitman Rosenmann: Pobres rico
En medio de la crisis del capitalismo, las perspectivas de futuro son contradictorias. Para las burguesías y los empresarios se trata de un momento amargo. Practicar la lujuria, la gula, la avaricia, la envidia o la soberbia está mal visto en momentos de recesión. Las plutocracias se ven obligadas a ocultar su obscena forma de vida con el fin de no ser atacadas. Los dueños de grandes fortunas se sienten víctimas. Ellos, dirán, no son culpables del actual desaguisado. La responsabilidad es de los gobiernos, quienes, independientemente de su color político, se mostraron incapaces de actuar a tiempo, dejando crecer la burbuja especulativa y financiera. Por consiguiente, ahora les toca hacer frente a su desidia. En otras palabras gobernar con mano de hierro. La tarea: salvar al capitalismo de su colapso. En esta dinámica se perfilan las medidas de austeridad. Todas cortadas por el mismo patrón. Rebajan los salarios, congelan las pensiones, abaratan el despido, suben el impuesto al valor agregado y reducen las inversiones públicas en salud, educación o vivienda social. Bajo este paraguas se busca reducir el déficit fiscal, olvidando que su origen, entre otras cosas, está motivado por la aportación de miles de millones de euros o dólares del erario público, destinados a salvar la banca privada.
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Luis Javier Garrido: El crimen
La liberación de los presos políticos de Atenco, decidida el último día de junio por la Suprema Corte en medio de la situación crítica por la que atraviesa el país, es un triunfo de la sociedad civil nacional e internacional, por mucho que el gobierno de facto de Felipe Calderón pretenda utilizar este gravísimo caso –que exige ahora una reparación del daño causado a los 12 detenidos– para sus afanes político-electorales luego del homicidio del candidato priísta a gobernador de Tamaulipas.
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Gabriela Rodríguez: La heterodoxia en Monsiváis
La deuda de los heterodoxos al gran Monsiváis es impagable. Me confieso deudora morosa, heredera de sus ideas sin testamento alguno, vulgar ratera, plagiaria de su anticlericalismo, de su inconformidad e irreverencia. Yo y quienes pertenecemos a la que él bautizó como la primera generación de norteamericanos en México, la de los 60: la de adictos al rock, a la Coca-Cola, a las series gringas de televisión, jóvenes mothernos que deseábamos huir del subdesarrollo, los llamados a desoír tonterías que entendíamos pero ya no sentíamos para adaptarnos a lo que probablemente no entendíamos pero sentíamos cada segundo (Escenas de pudor y liviandad, Grijalbo, 1988).
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Raúl Zibechi: Nuevos conflictos, viejos actores
La región sudamericana está siendo atravesada por una nueva generación de conflictos sociales en torno a la defensa de los bienes comunes ante la renovada agresividad de las multinacionales de la minería, los hidrocarburos y el agronegocio. Los más diversos movimientos, en todos los países, han protagonizado enfrentamientos con gobiernos de signos distintos: la resistencia de los indígenas amazónicos frente al gobierno derechista de Alan García en Perú, que tuvo su punto más dramático en la masacre de Bagua un año atrás, ha sido hasta el momento el caso más resonante.
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Jaime Martínez Veloz: Un árbol torcido llamado Sempra
Cuando la violación a las leyes por parte de personas o grupos es una práctica cotidiana la situación es grave. Cuando esta violación es realizada en forma sistemática por las propias autoridades encargadas de hacer cumplir la ley, la situación no sólo es grave, sino que acerca a la sociedad al gobierno autoritario. Cuando la violación de la ley por parte de las autoridades lleva implícito el riesgo de una conflagración de grandes magnitudes, con la consecuente pérdida de incontables vidas humanas, estamos muy cerca del genocidio autorizado.
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José Cueli: Angustia ante la inseguridad extrema y la violencia
Sigmund Freud en su magistral escrito Inhibición, síntoma y angustia, de 1926, lleva a cabo una acuciosa revisión que lo conduce (basado en la clínica) a realizar los ajustes teóricos necesarios para exponer su teoría definitiva sobre la angustia.
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Vitral | Javier Solórzano
Ahora resulta
Ahora resulta
Felipe Calderón tiene razón cuando dice que él se va a ir pero la violencia se va a quedar. Lo que le faltó reconocer es su cuota de responsabilidad en esto. El Presidente está en campaña. Nada es gratuito. Quitar la tenencia, invitar al diálogo después de la ejecución de Torre Cantú, y ofrecer opciones para el pago de impuestos, no puede ser visto de otra forma que intentar subirse al carrito del “superdomingo”.
En medio de un proceso electoral cargado de reclamos, el asesinato de Torre provocó que al menos por un rato la case política pusiera su mejor gesto y hasta pareciera sensata. Las buenas intenciones duraron poco. Son tantos los agravios que presumen que no se ve cómo pudiera darse el diálogo. No hay forma porque nadie quiere ceder. Las elecciones han sido un factor más para la agudización de diferencias, agravios y problemas. Nada que hacer hasta que pasen, y como quién sabe qué vaya a pasar, más vale que no juguemos a las esperanzas. En vez de llegar a acuerdos para dar fuerza, respeto y tranquilidad a las elecciones, como un primer paso en función de la voluntad que presumen, optan por esperar a que pase la obsesiva fecha. Firman acuerdos de seguridad para curarse en salud, más que para trabajar en la transparencia del proceso.
El domingo en vez de que los agravios disminuyan, se incrementarán. El lunes será día de reclamos, al menos en 4 o 5 estados, y entre las previsibles nuevas diferencias e insultos nadie se va a acordar del diálogo. Las elecciones del domingo se han convertido en una extensión de los conflictos. Las elecciones son un conflicto con todo y que PRD y PAN son los “nuevos amigos” del vecindario. Sorprende que a estas alturas del sexenio se empiecen a dar cuenta de la necesidad del diálogo. A la vista no hay condiciones para ello, independientemente de la urgencia de nuevas formas de comunicación y acción política. La inminencia de mayores riesgos nos puede llevar a lo inédito y el caos. Todo es posible en el país en el que no pasa nada hasta que pasa. El diálogo urgía desde que Calderón tomó posesión con la “ayudadota” del PRI.
La responsabilidad de la muerte de Rodolfo Torre no recae sólo en los que lo asesinaron. También en la insistencia de seguir bajo un modelo obsesivo de atacar al narco, junto con una clase política que vive enfrentada y que ha hecho de las elecciones del domingo su nueva gran apuesta. Estamos ante un Presidente en campaña; ante un líder partidista que prende fuego sin importar las leyes; ante un partido con todas las de ganar que anda al mismo tiempo recordando lo que hizo el 1 de diciembre del 2006 y sacando todas sus mañas; y un partido que está a nada de pasar de largo el domingo de no ser por alianzas con sus “nuevos amigos”, los mismos que les quitaron la Presidencia.
¡OOOUUUUCHCHCHCH! No se debe criminalizar la protesta social, dijo la Corte; lo entendimos todos menos la SSP.
En medio de un proceso electoral cargado de reclamos, el asesinato de Torre provocó que al menos por un rato la case política pusiera su mejor gesto y hasta pareciera sensata. Las buenas intenciones duraron poco. Son tantos los agravios que presumen que no se ve cómo pudiera darse el diálogo. No hay forma porque nadie quiere ceder. Las elecciones han sido un factor más para la agudización de diferencias, agravios y problemas. Nada que hacer hasta que pasen, y como quién sabe qué vaya a pasar, más vale que no juguemos a las esperanzas. En vez de llegar a acuerdos para dar fuerza, respeto y tranquilidad a las elecciones, como un primer paso en función de la voluntad que presumen, optan por esperar a que pase la obsesiva fecha. Firman acuerdos de seguridad para curarse en salud, más que para trabajar en la transparencia del proceso.
El domingo en vez de que los agravios disminuyan, se incrementarán. El lunes será día de reclamos, al menos en 4 o 5 estados, y entre las previsibles nuevas diferencias e insultos nadie se va a acordar del diálogo. Las elecciones del domingo se han convertido en una extensión de los conflictos. Las elecciones son un conflicto con todo y que PRD y PAN son los “nuevos amigos” del vecindario. Sorprende que a estas alturas del sexenio se empiecen a dar cuenta de la necesidad del diálogo. A la vista no hay condiciones para ello, independientemente de la urgencia de nuevas formas de comunicación y acción política. La inminencia de mayores riesgos nos puede llevar a lo inédito y el caos. Todo es posible en el país en el que no pasa nada hasta que pasa. El diálogo urgía desde que Calderón tomó posesión con la “ayudadota” del PRI.
La responsabilidad de la muerte de Rodolfo Torre no recae sólo en los que lo asesinaron. También en la insistencia de seguir bajo un modelo obsesivo de atacar al narco, junto con una clase política que vive enfrentada y que ha hecho de las elecciones del domingo su nueva gran apuesta. Estamos ante un Presidente en campaña; ante un líder partidista que prende fuego sin importar las leyes; ante un partido con todas las de ganar que anda al mismo tiempo recordando lo que hizo el 1 de diciembre del 2006 y sacando todas sus mañas; y un partido que está a nada de pasar de largo el domingo de no ser por alianzas con sus “nuevos amigos”, los mismos que les quitaron la Presidencia.
¡OOOUUUUCHCHCHCH! No se debe criminalizar la protesta social, dijo la Corte; lo entendimos todos menos la SSP.
Espacio Civil | Emilio Alvarez Icaza
El chantaje del PRI
El chantaje del PRI
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha mandado por conducto de su presidenta Beatriz Paredes un contundente mensaje a Felipe Calderón: ¿quieres diálogo?, bien, después del domingo 4 de julio hablamos en función de cómo se porten tú y tu partido ante las elecciones estatales (que se ven horribles en cuanto a las reglas mínimas de la democracia electoral para la mayoría de los casos).
De hecho, para parte del equipo cercanísimo del presidente Calderón, el PRI presentó, ante la brutal ejecución de su candidato a la gubernatura de Tamaulipas, un chantaje muy claro: si el titular del Ejecutivo quiere que nos sentemos a dialogar, ni se le vaya a ocurrir al PAN impugnar los resultados electorales, ahora sí que “haiga sido como haiga sido”. Es decir, ahora le toca a Felipe Calderón asumir, como el PRI lo hizo en 2006. Según el equipo político de Calderón no fue de a gratis la relación de agravios y facturas relatadas por la presidenta del tricolor, todos enmarcados en la exigencia de no lucrar políticamente con las muertes ¿¿¡¡?? Por si no fuera suficiente, Enrique Peña Nieto reforzó esta posición dejando claro que cualquier espacio de diálogo será después de las elecciones.
En el gobierno federal no sólo no cayó bien el emplazamiento, sino que además piensan que el PRI no asume lo que le corresponde: en Tamaulipas, donde gobierna el PRI, existe una de las estructuras policiacas y de seguridad más corruptas del país, carecen de un programa de seguridad, la omisión del gobierno estatal es gran responsable de la inseguridad en la entidad y la responsabilidad de las investigaciones hasta hoy recae en la procuraduría estatal.
El grupo de los rudos del PRI, encabezados por Emilio Gamboa Patrón y varios de los gobernadores cuyas entidades viven procesos electorales, también usaron la tragedia. En su lógica, era momento de que Beatriz Paredes mandara un mensaje a la altura del priísmo nacional. El asesinato de Torre Cantú y sus colaboradores generó también que la sucesión al interior de ese partido se acelerara.
La gravedad de los acontecimientos supone una respuesta demoledora del Estado ante la delincuencia, el sabor de boca empieza a ser que ya se está tardando la respuesta. También se esperaría que, ante el tamaño del desafío a nuestra democracia, los poderes y las fuerzas políticas tendrían una respuesta fuerte, sólida, unitaria y con visión de Estado, tampoco se ve que llegue.
Por dolorosa que resulte esta realidad, la sociedad es testigo, una vez más, de que la descomposición de nuestra clase política no ha tocado fondo. Todo indica que la violencia tampoco.
PARÉNTESIS: Hoy se cumplen 10 años de la histórica votación del año 2000 que cristalizó la alternancia. Hoy en franca transición estancada, las señales de regresión son cada vez más fuertes.
De hecho, para parte del equipo cercanísimo del presidente Calderón, el PRI presentó, ante la brutal ejecución de su candidato a la gubernatura de Tamaulipas, un chantaje muy claro: si el titular del Ejecutivo quiere que nos sentemos a dialogar, ni se le vaya a ocurrir al PAN impugnar los resultados electorales, ahora sí que “haiga sido como haiga sido”. Es decir, ahora le toca a Felipe Calderón asumir, como el PRI lo hizo en 2006. Según el equipo político de Calderón no fue de a gratis la relación de agravios y facturas relatadas por la presidenta del tricolor, todos enmarcados en la exigencia de no lucrar políticamente con las muertes ¿¿¡¡?? Por si no fuera suficiente, Enrique Peña Nieto reforzó esta posición dejando claro que cualquier espacio de diálogo será después de las elecciones.
En el gobierno federal no sólo no cayó bien el emplazamiento, sino que además piensan que el PRI no asume lo que le corresponde: en Tamaulipas, donde gobierna el PRI, existe una de las estructuras policiacas y de seguridad más corruptas del país, carecen de un programa de seguridad, la omisión del gobierno estatal es gran responsable de la inseguridad en la entidad y la responsabilidad de las investigaciones hasta hoy recae en la procuraduría estatal.
El grupo de los rudos del PRI, encabezados por Emilio Gamboa Patrón y varios de los gobernadores cuyas entidades viven procesos electorales, también usaron la tragedia. En su lógica, era momento de que Beatriz Paredes mandara un mensaje a la altura del priísmo nacional. El asesinato de Torre Cantú y sus colaboradores generó también que la sucesión al interior de ese partido se acelerara.
La gravedad de los acontecimientos supone una respuesta demoledora del Estado ante la delincuencia, el sabor de boca empieza a ser que ya se está tardando la respuesta. También se esperaría que, ante el tamaño del desafío a nuestra democracia, los poderes y las fuerzas políticas tendrían una respuesta fuerte, sólida, unitaria y con visión de Estado, tampoco se ve que llegue.
Por dolorosa que resulte esta realidad, la sociedad es testigo, una vez más, de que la descomposición de nuestra clase política no ha tocado fondo. Todo indica que la violencia tampoco.
PARÉNTESIS: Hoy se cumplen 10 años de la histórica votación del año 2000 que cristalizó la alternancia. Hoy en franca transición estancada, las señales de regresión son cada vez más fuertes.
Votos, trampas y balas
¿Qué garantías de limpieza, de seguridad, de validez, pueden ofrecer los comicios del domingo? ¿Qué opciones tienen los ciudadanos?
¿Qué garantías de limpieza, de seguridad, de validez, pueden ofrecer los comicios del domingo? ¿Qué opciones tienen los ciudadanos?
José Antonio Crespo
Si bien el asesinato de Rodolfo Torre es un fuerte revés a la endeble democracia mexicana, ésta ha sido sistemáticamente golpeada por la clase política. Antes y después de la tragedia, hemos visto una galería de mezquindades políticas de todos los partidos y muchos gobiernos. Tras diez años de la primera alternancia democrática en nuestra historia, estamos ahora enfrentando un panorama no muy distinto al que prevaleció hace 20 años en materia electoral. Enfrentamos auténticas elecciones de Estado, donde no hay mínimas garantías de equidad, transparencia e imparcialidad, pues además de la utilización directa de recursos públicos a favor de partidos y candidatos oficiales, existen indicios de que las autoridades electorales han quedado bajo control del Poder Ejecutivo en diversas entidades. Eso impide una credibilidad mínima suficiente en los procesos electorales.
La confianza electoral se esfuma por la guerra ilegal entre partidos que luchan descarnadamente por el jugoso botín político y presupuestal, pasando por encima de todo.
Por otro lado, el narco alcanza a los comicios mismos con probable dinero negro en las campañas, candidatos acusados de vinculación con los cárteles y, peor aún, abanderados de creciente nivel asesinados por sicarios. Los aguijones de las agitadas avispas son cada vez más grandes, y cada vez menos los espacios de la casa nacional que se salvan del embate de los peligrosos himenópteros. Ante la violencia electoral del narco, y en virtud de las elecciones de Estado llevadas a cabo en múltiples entidades, ¿qué garantías de limpieza, de seguridad, de validez, pueden tener los comicios del domingo? ¿Qué opciones tienen los ciudadanos frente a todo ello? No hace mucho el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, auguró que a partir de este mes empezaríamos a ver cómo desciende el nivel de violencia. Y para alentar la participación electoral en tan precarias condiciones, señaló: "Hay Estado para protegerlos, salgan a votar, salgan a cumplir con sus deberes políticos" (25/VI/10). La realidad pronto se encargó de desmentir al secretario, tanto en lo que hace a la disminución de la violencia como en la capacidad del Estado para proteger a los ciudadanos. Si el Estado se hizo a un lado en el secuestro de Diego Fernández de Cevallos, si no puede ofrecer seguridad a un inminente gobernador, si no puede cuidar la vida de sus reos, si son ejecutadas personas que intentan curar su adicción a las drogas en centros de rehabilitación, si no puede evitar que una ciudad como Monterrey sea estrangulada en sus vías de comunicación por el narco, ¿cabría culpar a los ciudadanos que en las zonas más afectadas por la violencia deciden mejor no arriesgarse? Eso ya ocurrió el año pasado, pues las ciudades más golpeadas por la narcoviolencia registraron una muy baja tasa de participación, como Ciudad Juárez (27%), Acapulco (28%), Tijuana (29%), Nuevo Laredo, Reynosa (36%) y Culiacán (37%). Aunque no se descarta que, al menos en Tamaulipas, la reacción del electorado sea la contraria: manifestar su indignación y su disposición a no dejarse alterar por el crimen organizado, concurriendo masivamente a las urnas.
Ambas razones que deterioran la democracia -la falta de respeto a la normatividad electoral por parte de partidos, gobernadores y candidatos, así como la inseguridad derivada del narcotráfico-, afectan la credibilidad de los procesos y el entusiasmo electoral. Eso de que "los votos siempre serán más potentes que las balas" suena muy bien, pero quien le ha restado fuerza al voto ha sido la propia clase política, más que el narcotráfico.
Por eso mismo, han resurgido movimientos de voto nulo como medio de protesta: en Chihuahua, debido a la incapacidad de los gobiernos de todo nivel para cuidar la seguridad de la población, y por el creciente rechazo a la estrategia vigente. Y en Puebla, debido a la falta de confiabilidad del proceso mismo y la ausencia de un auténtico compromiso de la clase política con el electorado.
Difícil encrucijada enfrentará el elector el domingo próximo: votar por la oposición para mover las cosas a través de una esperanzadora alternancia; abstenerse por temor a las balas; anular el voto por falta de credibilidad en el proceso o por falta de alternativas convincentes; o bien volcarse a las urnas y sufragar por el partido que sea para fortalecer la cada vez más frágil institucionalidad política. Habrá que ver.
Si bien el asesinato de Rodolfo Torre es un fuerte revés a la endeble democracia mexicana, ésta ha sido sistemáticamente golpeada por la clase política. Antes y después de la tragedia, hemos visto una galería de mezquindades políticas de todos los partidos y muchos gobiernos. Tras diez años de la primera alternancia democrática en nuestra historia, estamos ahora enfrentando un panorama no muy distinto al que prevaleció hace 20 años en materia electoral. Enfrentamos auténticas elecciones de Estado, donde no hay mínimas garantías de equidad, transparencia e imparcialidad, pues además de la utilización directa de recursos públicos a favor de partidos y candidatos oficiales, existen indicios de que las autoridades electorales han quedado bajo control del Poder Ejecutivo en diversas entidades. Eso impide una credibilidad mínima suficiente en los procesos electorales.
La confianza electoral se esfuma por la guerra ilegal entre partidos que luchan descarnadamente por el jugoso botín político y presupuestal, pasando por encima de todo.
Por otro lado, el narco alcanza a los comicios mismos con probable dinero negro en las campañas, candidatos acusados de vinculación con los cárteles y, peor aún, abanderados de creciente nivel asesinados por sicarios. Los aguijones de las agitadas avispas son cada vez más grandes, y cada vez menos los espacios de la casa nacional que se salvan del embate de los peligrosos himenópteros. Ante la violencia electoral del narco, y en virtud de las elecciones de Estado llevadas a cabo en múltiples entidades, ¿qué garantías de limpieza, de seguridad, de validez, pueden tener los comicios del domingo? ¿Qué opciones tienen los ciudadanos frente a todo ello? No hace mucho el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, auguró que a partir de este mes empezaríamos a ver cómo desciende el nivel de violencia. Y para alentar la participación electoral en tan precarias condiciones, señaló: "Hay Estado para protegerlos, salgan a votar, salgan a cumplir con sus deberes políticos" (25/VI/10). La realidad pronto se encargó de desmentir al secretario, tanto en lo que hace a la disminución de la violencia como en la capacidad del Estado para proteger a los ciudadanos. Si el Estado se hizo a un lado en el secuestro de Diego Fernández de Cevallos, si no puede ofrecer seguridad a un inminente gobernador, si no puede cuidar la vida de sus reos, si son ejecutadas personas que intentan curar su adicción a las drogas en centros de rehabilitación, si no puede evitar que una ciudad como Monterrey sea estrangulada en sus vías de comunicación por el narco, ¿cabría culpar a los ciudadanos que en las zonas más afectadas por la violencia deciden mejor no arriesgarse? Eso ya ocurrió el año pasado, pues las ciudades más golpeadas por la narcoviolencia registraron una muy baja tasa de participación, como Ciudad Juárez (27%), Acapulco (28%), Tijuana (29%), Nuevo Laredo, Reynosa (36%) y Culiacán (37%). Aunque no se descarta que, al menos en Tamaulipas, la reacción del electorado sea la contraria: manifestar su indignación y su disposición a no dejarse alterar por el crimen organizado, concurriendo masivamente a las urnas.
Ambas razones que deterioran la democracia -la falta de respeto a la normatividad electoral por parte de partidos, gobernadores y candidatos, así como la inseguridad derivada del narcotráfico-, afectan la credibilidad de los procesos y el entusiasmo electoral. Eso de que "los votos siempre serán más potentes que las balas" suena muy bien, pero quien le ha restado fuerza al voto ha sido la propia clase política, más que el narcotráfico.
Por eso mismo, han resurgido movimientos de voto nulo como medio de protesta: en Chihuahua, debido a la incapacidad de los gobiernos de todo nivel para cuidar la seguridad de la población, y por el creciente rechazo a la estrategia vigente. Y en Puebla, debido a la falta de confiabilidad del proceso mismo y la ausencia de un auténtico compromiso de la clase política con el electorado.
Difícil encrucijada enfrentará el elector el domingo próximo: votar por la oposición para mover las cosas a través de una esperanzadora alternancia; abstenerse por temor a las balas; anular el voto por falta de credibilidad en el proceso o por falta de alternativas convincentes; o bien volcarse a las urnas y sufragar por el partido que sea para fortalecer la cada vez más frágil institucionalidad política. Habrá que ver.
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