viernes, abril 16, 2010

Los periodistas pal café....


Julio Hernández López: Astillero
Lo electoral también está en riesgo de sucumbir bajo el fuego cruzado. El consejero presidente del IFE se ha dicho preocupado por la falta de condiciones adecuadas para que en ciertos municipios se realicen comicios con normalidad, en lo que constituye la primera declaración formal de una autoridad en la materia sobre lo que aquí se ha dicho con insistencia: el control social mediante el miedo impuesto es una parte del proceso mayor de anulación de libertades, garantías y derechos, entre otros el de siquiera participar en los simulacros electorales que hasta ahora se habían desarrollado.
No son, en realidad, unos cuantos municipios aquellos en que la inseguridad amenaza con impedir el cumplimiento de los trámites electorales formales, sino estados completos, sobre todo del norte del país y, de continuar este libreto de enfrentamientos cada vez más públicos, cada vez más escandalosos (el más reciente, el de Acapulco, donde nuevamente fueron asesinados civiles y menores de edad), el ambiente social y cívico será absolutamente contrario a lo que mínimamente se requiere para cumplir con los rituales de por sí manipulados de las urnas. A propósito del puerto guerrerense, el licenciado Gómez Mont sigue como aplicadísimo contribuyente de la desesperanza nacional. Ayer produjo otras perlas de palabrería sin sentido y de enredo pretencioso: Todavía no podemos desterrar la violencia en este país, pero estamos en ese ejercicio y prevaleceremos, dijo al estilo verbal de George WC Bush. Perogrullo de mal cantinflismo también soltó esta frase insondable: México es complejo y la intensidad del problema de la violencia, de la delincuencia organizada, es distinto en distintas zonas del país y requiere constantemente estar adaptando nuestros ejercicios de presencia de la autoridad donde más falta están haciendo. No, pos sí.
En ese proceso de profunda desilusión social mediante la ardua demostración pública de aberraciones, torpezas, injusticias e impunidad se inscriben dos lances legislativos recientes que son sonoramente improcedentes. Como si hubiera un concurso en las cámaras para generar normatividades que no pudieran cumplirse, se ha ordenado a los mexicanos anotar sus datos personales en un registro de telefonía móvil diseñado y operado pedestremente. Todo el clima de amago que se vivió antes de que se llegara a un presunto momento de apocalipsis telefónico ha quedado ahora en una especie de mutis de las autoridades que entre más tiempo de indefinición dejen pasar menos posibilidades tendrán de hacer valer la mano dura tecnológica que habían anunciado.
Un ejemplo más de esas tomaduras de pelo legalizadas se refiere al asunto de la obesidad escolar que, según las instrucciones de los aplicados congresistas mexicanos, debería ser enfrentada mediante la práctica de ejercicios deportivos (la idea ha sido aprobada por los diputados, y ahora será analizada y votada por los senadores). Tan buenas intenciones contra el sedentarismo y el sobrepeso se han topado con la realidad destartalada de escuelas mexicanas que en su mayoría no tienen espacios para las rutinas deportivas y con la falta de tiempo académico para insertar esas novedades.
Otro de los rubros polémicos, el de la eliminación de comidas chatarra (producidas, muchas de ellas, por algunos de los empresarios que apoyaron económica y políticamente a Calderón para que se instalara en el cargo), se ha topado con el cabildeo de las firmas afectadas y la dificultad práctica de cumplir con la letra legal que, en general, desde los bandos municipales de buen gobierno hasta la propia Constitución, cada día son incumplidos y violentados, en una incesante demostración pública de que las reglas sensatas y las consecuencias justas son conceptos inertes en una sociedad llevada de la mano al incumplimiento de sus deberes y a la aceptación de que nada es necesario, ni siquiera las estigmatizadas elecciones.
Astillas
Vicente Fox se apresta a aparecerse en Hidalgo bajo las banderas electorales que le son naturales, las del PAN, pero también bajo las del PRD, el partido que largamente le ha acusado de ser uno de los principales responsables del fraude electoral de 2006, pero que ahora, en el colmo de sus aberraciones pragmáticas, está dispuesto a extenderle al ex gobernador guanajuatense una suerte de exoneración tácita. El esposo de la señora Marta impulsará abiertamente a Fóxitl Gálvez, pero, gane o pierda ésta en la contienda estatal, el verdadero triunfador de estos episodios perreánicos será el habilidoso Chente, que al hacerse ver bajo las siglas del partido del sol azteca estará obteniendo una constancia gráfica de no antecedentes electorales fraudulentos, pues imposible parecería que alguien permitiría que bajo sus banderas se retratara o en el mismo vehículo político viajara alguien considerado un delincuente electoral. Los alegres asomos de Fox a la aliancística campaña hidalguense solamente confirman que en ese proyecto contra el caciquismo priísta está contenido el intento de restaurar el caciquismo vicentino, y que la verdadera izquierda nada tiene qué hacer en esa aventura cuyo beneficiario verdadero ya asoma las botas. Por más chuchizado que esté el PRD, por más que el Dia esté controlado por el colaboracionismo táctico impulsado por Manuel Camacho, es una traición suprema al esfuerzo cívico de 2006 el prestar al foxismo defraudador las siglas y las banderas del partido que postuló al candidato comicialmente robado... Este domingo, a las seis de la tarde, en el Foro Cultural Coyoacanense Hugo Argüelles, serán presentados los dos nuevos cedés del gran Gabino Palomares. Uno recopila canciones de la Independencia, la Reforma y la Revolución, más otros momentos socialmente vibrantes; el último de ellos el de los campamentos contra el fraude electoral de 2006 y, el otro, es un homenaje a Chava Flores, el gran cronista de Chilangolandia... Y, mientras el Vaticano llama a reconocer errores en el caso de sacerdotes pederastas (pero aún sin irse contra el celibato), ¡feliz fin de semana, en lo posible!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Enrique Galván Ochoa: Dinero
La miss Elba Esther ya dijo no. Y no pasará la ley antiobesidad. Uno de sus chalanes, Rafael Ochoa Guzmán, encargado del SNTE, dijo que los profesores no podrían dedicar 30 minutos diarios al ejercicio físico de sus alumnos porque tendrían que quitarle tiempo a las clases de español o matemáticas. Ese es el pretexto, el mismo que adujo el secretario de Educación, Alonso Lujambio. En el fondo están defendiendo los intereses de la industria de la comida chatarra. No hace mucho tiempo la miss hizo una alianza con Televisa, que representa los intereses de sus anunciantes del sector alimentario. O sea que aun con la aprobación de la Cámara de Diputados la ley no tiene futuro, se atorará en el Senado. Igual que sucedió con la prórroga al Renaut. Hay muchos billetes de por medio.
China, el prodigio
Nada de qué ufanarse. La proyección de la Secretaría de Hacienda de que el PIB crecerá este año 4% aproximadamente palidece ante el asombroso 11.9 % de China. Casi el triple. Aunque hay una salida que pudiera ser decorosa: repartir mejor el magro 4%, en otras palabras, una distribución más justa de la riqueza. Es el paso que el actual gobierno no intentará jamás. Por eso el salario mínimo, en niveles de miseria, es como un ancla que mantiene en la profundidad de la pobreza a millones de mexicanos. Que sirven para otros propósitos: por un lado, son votos comprables en las elecciones, y por otro, justifican los programas sociales, como Oportunidades, nieto de Solidaridad. Han hecho, y seguirán haciendo ricos, a numerosos políticos. Hace 40 años México tenía un grado de desarrollo mayor que China. Ahora el gigante asiático es una potencia mundial. Emplea una cierta rudeza: corta las manos a los funcionarios corruptos.
@Vox Populi
Asunto: la encuesta del IMSS
Con sorpresa acabo de leer que una cosa mal llamada Transparencia Mexicana realizó una encuesta entre 27 mil usuarios de los servicios médicos que otorga el IMSS, y el resultado es que 77% de ellos manifestó su satisfacción. Yo, como destinatario de esos servicios, quisiera que una sola vez los dueños de esa empresa acudieran como cualquier derechohabiente y se enfrentaran al trato prepotente, despótico y humillante que cotidianamente recibimos de la mayoría de los empleados, sobre todo de los administrativos. Te lo digo porque por más quejas que he presentado ninguna me ha sido contestada.
Héctor Martínez Valdés/Distrito Federal

Carlos Fernández-Vega: México SA
Ante el pleno de San Lázaro, el iluminado secretario de Hacienda del calderonato, Ernesto Cordero, aportó una serie de verdaderas perlas del cretinismo institucionalizado, pero entre ellas destacan dos: a) sin duda, hemos hecho bien la tarea, (y) hemos ganado credibilidad; b) tenemos la mitad de mexicanos en condiciones de pobreza que teníamos a mitad de los 90. Y todavía algunos se preguntan: ¿en manos de quién está la conducción del país?
Pues bien, de lo bien que el calderonato ha hecho la tarea dan cuenta las propias cifras oficiales (apasionadas del maquillaje) en materia de desempleo, crecimiento de la informalidad, deterioro del poder adquisitivo y de las condiciones de vida. Y sobre la credibilidad ganada (más allá del creciente inventario de promesas incumplidas, con la del presidente del empleo a la cabeza) vale recordar que el actual inquilino de Los Pinos (al que el simpático Cordero siempre ha estado unido) prometió un crecimiento anual de 5 por ciento, y en el mejor de los casos, sólo en el mejor, la economía nacional se desplomó 0.7 por ciento como promedio anual en su primer trienio de estancia en la residencia oficial.
Y sobre la segunda perla hay que recordar la advertencia de la Cepal sobre la crisis de 2009: el único país en América Latina en el que se registró un empeoramiento en la situación de la pobreza fue México, cuyos indicadores se incrementaron sensiblemente (6 millones de personas) incluso antes de que oficialmente de reconociera la sacudida, es decir, justo cuando Ernesto Cordero se ocupó, según se dijo, de la Secretaría de Desarrollo Social. Lo anterior sin considerar la estimación del Banco Mundial, en el sentido de que sólo en la primera mitad del año pasado 4.5 millones de mexicanos se habrían sumado al voluminoso inventario de pobres en el país
Cordero dijo a los diputados: pero aún con este retroceso (el desplome de 2009) tenemos la mitad de mexicanos en condiciones de pobreza que teníamos a mitad de los 90; es decir, ésta es una administración que ha destinado muchos recursos para combatir la pobreza, que ha destinado muchos recursos para ampliar las capacidades de los mexicanos que menos tienen, y eso se refleja en muchos indicadores de bienestar y no únicamente en indicadores de poder adquisitivo, donde también hay resultados importantes.
Es cuestión de desmenuzar las cifras y no sólo de hablar de porcentajes: en 1990, oficialmente, 53.1 por ciento de los mexicanos eran totalmente pobres; en aquel año, según el censo, la población total sumó 81.2 millones, de tal suerte que ese 53.1 por ciento de pobreza fue equivalente a 43.1 millones de personas. En 2008, antes de la crisis y de acuerdo con la misma fuente, la población nacional se aproximó a 105 millones, de los que 47.4 por ciento (Coneval) eran totalmente pobres, es decir, alrededor de 50.5 millones (sin considerar 2009, de cuyos efectos en un solo semestre da cuenta la citada estimación del Banco Mundial, y 2010). Así, con todo y cifras oficiales, la graciosa frase de Ernesto Cordero no tiene asidero, menos aún el supuesto beneficio social de los programas asistencialistas del gobierno federal (si la medición de éstos es por votos, entonces sí el efecto sería benéfico para el partido oficial).
Un soporte adicional es la información del Inegi, la cual permite conocer que en el primer bienio calderonista, en el que oficialmente la crisis era cosa del pasado, 80 por ciento de los hogares mexicanos registró pérdida en sus ingresos. Sólo 20 por ciento (obviamente los más ricos) reportó alza: al cierre de 2008, 60 por ciento de los mexicanos (poco más de 64 millones de personas) se quedaron con 26.7 por ciento del ingreso corriente; 30 por ciento de ellos (alrededor de 32 millones de habitantes) se repartieron, y no democráticamente, 37 por ciento, y 10 por ciento (cerca de 10 millones, los más ricos) concentraron 36.3 por ciento.
Al cierre de 2006, según la estadística oficial, 42.6 por ciento de los mexicanos eran pobres (44.67 millones); dos años después, en 2008, el porcentaje se incrementó a 47.4, equivalente a 50.5 millones de mexicanos. Casi 6 millones más, antes de la crisis oficialmente reconocida (la de 2009). Las cifras son del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), elaboradas con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2006-2008. En ese lapso nacieron un millón 896 mil 53 mexicanos, de tal suerte que sin duda (Cordero dixit) Calderón condenó a la miseria a todos los nacidos en el primer bienio de su administración, sin considerar a los que incorporó a tal condición vía política económica y social, en 2009, y los que ha sumado en el transcurso de 2010.
Como se observa, sin duda, hemos hecho bien la tarea, (y) hemos ganado credibilidad. A los diputados federales Cordero les dijo que la economía nacional debe reportar tasas de crecimiento anual sostenido de 5 a 6 por ciento, si alguien pretende salir de la pobreza. Sin proponérselo, con esta bella frase el secretario de Hacienda reconoció el rotundo fracaso calderonista (y foxista, zedillista, salinista y etcétera), porque ese porcentaje no se ha visto, ni se verá, en el sexenio del actual inquilino de Los Pinos. De hecho, no se ha registrado en 30 años, de tal suerte que la política económica impuesta en el país desde los años 80 no ha hecho otra cosa que producir pobres, y el joven Ernesto lo celebra, pues han hecho bien la tarea.
Y en el contexto de la simpática comparecencia de Cordero, algunos diputados tricolores recobraron la sensatez, aplicaron la sapiencia y dejaron atrás célebres frases (ahora sí van a comer mierda, ¡cabrones!) pronunciadas a la hora del reparto del pastel presupuestal en noviembre pasado. Entre otros reclamos a la inoperancia calderonista, la bancada priísta destacó que el gasto no se ejerce bien, que se recauda mal; el avance del patrimonio público no es evidente, y en materia de deuda y estímulos fiscales ha prevalecido la inercia; lo sorpresivo y con dolo con que se aumentan los precios de las gasolinas y el diesel; la incapacidad sistémica del PAN para el ejercicio del presupuesto, y a los panistas, no acaban de llegar, ¿eh? Tienen diez años en la Presidencia. Es la década perdida.
Las rebanadas del pastel
En medio de lo bien que lo han hecho, un merengue llamado Renaut, que se mantiene en el conteo, con las empresas telefónicas colgadas al cuello y amparadas, sin que la autodenominada autoridad cumpla con la ley que tanto defiende, y con ganas legislativas de darle para atrás al numerito.
cfvmexico_sa@hotmail.commexicosa@infinitum.com.mx

Julio Boltvinik: Economía Moral
En su extraordinario libro Visualizando utopías reales1, Erik Olin Wright explora diversas vías para superar el capitalismo. Una de ellas es la economía cooperativa de mercado. Dice que la visión emancipatoria alternativa al capitalismo más antigua es la de empresas propiedad de sus trabajadores. Ya que el capitalismo se inició expropiando a los trabajadores de sus medios de producción y contratándolos como trabajadores asalariados, señala, la forma más directa de deshacer esta expropiación es creando empresas propiedad de los trabajadores. En el siglo XIX, añade, el movimiento cooperativista estuvo animado por una ideología anticapitalista y constituyó la idea central de lo que Marx (se le olvida Engels) ridiculizó como corrientes del socialismo utópico. Marx, continúa, tuvo una actitud ambigua respecto del cooperativismo. Por una parte en el Manifiesto Comunista (1848, otra vez olvida a Engels) lo descalificó como experimentos menores, inevitablemente abortivos. En cambio, en el Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de Trabajadores (1864), Marx considera el movimiento cooperativista como un triunfo obrero más importante que la reducción de la jornada de trabajo a 10 horas:
“Pero estaba reservado a la economía política del trabajo el alcanzar un triunfo más completo todavía sobre la economía política de la propiedad. Nos referimos al movimiento cooperativo y, sobre todo, a las fábricas cooperativas creadas, sin apoyo alguno, por la iniciativa de algunas ‘manos’ audaces. Es imposible exagerar la importancia de estos grandes experimentos sociales (ya no los califica como experimentos menores) que han mostrado con hechos, no con simples argumentos, que la producción en gran escala y al nivel de las exigencias de la ciencia moderna, podía prescindir de la clase de los patronos; han mostrado también que no era necesario a la producción que los instrumentos de trabajo estuviesen monopolizados y sirviesen así de instrumentos de dominación y de explotación contra el trabajador mismo; y han mostrado, por último, que lo mismo que el trabajo esclavo y el trabajo siervo, el trabajo asalariado no es sino una forma transitoria inferior, destinada a desaparecer ante el trabajo asociado que cumple su tarea con mano voluntaria, mente presta y corazón gozoso” (Carlos Marx y Federico Engels, Obras Escogidas, Tomo I, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, p. 395; he combinado esta traducción con la de inglés citada por Wright).

Gómez Mont: señalamientos equívocos
En el Coloquio Internacional contra la Trata de Personas, inaugurado ayer en esta capital –con el telón de fondo de las recientes muertes de civiles atribuibles a las fuerzas públicas y el combate ocurrido en Acapulco en medio de un grupo de personas inocentes–, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, exculpó al gobierno del que forma parte, y a las autoridades en general, de generar la violencia, fenómeno que atribuyó a la indolencia, la hipocresía y el silencio. El funcionario exhortó a todos a tomar conciencia de la violencia implícita que prevalece en los sistemas sociales, económicos y políticos, y se refirió a la necesidad de construir, gobierno y sociedad, los antídotos para esa violencia: el monopolio legal para proteger a las gentes y una cultura de respeto al humano.
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El Correo Ilustrado
Yunes negoció con sobreprecios medicinas en el ISSSTE
El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), fundado en los años 60 del siglo pasado –producto de las grandes luchas de maestros de 1956-58–, se encuentra en severa crisis. Dirigido siempre por la burocracia oficial y sindical, sufrió graves contrarreformas que privatizan y ponen en jaque las pensiones.
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Luis Javier Garrido: El proyecto
El desastre nacional se ha agravado en este cuarto año del gobierno de facto de Felipe Calderón al carecer de un proyecto para México y querer utilizar la aplicación de los programas neoliberales, exigida desde el exterior, y la supuesta “guerra contra el narco”, que le impuso Washington, como moneda de cambio para perpetuarse en 2012.
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Víctor M. Quintana S.: Normalización Galvanizada
Por más que las rechacemos, son importantes las declaraciones del secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván, justificando el estado de excepción de facto que se vive en varias partes del país. Nadie como él se ha atrevido a expresar con tanta sinceridad y claridad el proyecto del gobierno de Calderón de normalizar lo que todavía los ciudadanos consideramos anormal. De que aceptemos, como diría Orlando Fals Borda, la normalización de la violencia con todas las aberraciones que ésta acarrea, como un dato de la vida cotidiana.
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Jorge Camil: El narco, un Estado paralelo
Disperso, y aparentemente desorganizado, el narco es la primera fuerza que reta en forma decisiva al Estado mexicano. Opera visiblemente en todo el territorio nacional y expande sus mercados en el extranjero con tecnología y una impresionante estructura financiera; importa armas de grueso calibre para combatir abiertamente a las fuerzas armadas, y corrompe con impunidad autoridades federales, estatales y municipales; cobra impuestos, impone leyes y cuenta con fuerza pública, reconoció recientemente Felipe Calderón.
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Gilberto López y Rivas: Contrainsurgencia y servicios de inteligencia
Con muchas las interpretaciones sobre la maniobra mediática a que se prestó el periódico Reforma a finales de marzo, cuando publicó un documento supuestamente entregado por un desertor del EZLN, en el que se hacen revelaciones –ya dadas a conocer infinidad de veces– sobre la estructura de la organización, armamento, ubicación territorial de sus mandos y sus presuntas fuentes de financiamiento, entre las que destacaría una del País Vasco, que de forma igual de maniquea se presenta como proveniente de ETA.
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Nora Patricia Jara: La gente debe ser escuchada
Hace 15 meses, vecinos de la Magdalena Contreras solicitaron una reunión con el Gobierno del Distrito Federal para conocer el proyecto de la supervía poniente, una gran autopista de cuota que conectará el norte a un congestionado sur de la capital, que impactará negativamente una de las zonas verdes del Distrito Federal.
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José Cueli: Sueño para una tierra baldía
Los mexicanos cada día estamos más desesperados y desesperanzados. Vivimos en una grisura ambiente que nos llena de zozobra. Constantemente nos agobian las penurias económicas, la inseguridad, la violencia, la injusticia, la indiferencia, la ira, el miedo y el desaliento. En este círculo vicioso de emociones, no encontramos paz ni espacio y tiempo propicios para el recogimiento y la reflexión.
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Horizonte político
José Antonio Crespo
La “buena fe” del Renaut
Horizonte político
Coincido con el propósito general que se busca con un registro para teléfonos celulares: contribuir a la seguridad pública y dificultar el uso de esos modernos artefactos para extorsionar, amenazar y delinquir. No estoy seguro, en cambio, de que el procedimiento para ello haya sido el más adecuado ni que el esfuerzo vaya a servir de mucho. Muchos ciudadanos tuvieron la suerte de que desde el primer intento para registrarse lo pudieron hacer. Muchos otros, no. Reportan haber seguido las instrucciones para hacerlo desde su celular, que les marcaba reiteradamente error. Registrarse por internet tampoco fue siempre fácil. Más complicado aún, si acaso posible, es registrar las tarjetas de banda ancha.
Pero el punto central del debate es la eficacia del instrumento, cuando es posible registrarse con datos falsos, como varios ciudadanos demostraron que era posible. Con lo cual, la eficacia del mecanismo se pone en entredicho. Ante ello, autoridades de la Cofetel señalaron que el proceso estaba basado en la buena fe de los ciudadanos, y que estaba seguro de que la gran mayoría de ellos actuaría así. ¿Buena fe en el combate a la delincuencia? Ahí me parece que las autoridades y los legisladores pecan, no de buena fe precisamente, sino de absoluta ingenuidad y de una lógica surrealista. ¿Se puede esperar buena fe de los delincuentes, extorsionadores, secuestradores, sicarios? Pues es justamente a ellos a quienes se pretende perseguir y penalizar, no a los ciudadanos de buena fe. No será la mayoría quien actúe de mala fe (sino una “ridícula minoría”), pero suficiente para generar problemas. Si presumimos buena fe de ciudadanos y de autoridades, ¿por qué entonces hay tantos delitos, por un lado, y abusos por otro?
El asunto me recuerda cuando en 1994 estrenamos la credencial del IFE con fotografía y otros dispositivos de seguridad. En los años previos, había prevalecido una enorme desconfianza sobre el padrón electoral, así como la convicción de que un ciudadano podía votar más de una vez y se defraudaba así la voluntad ciudadana en las urnas. Acarreos, operaciones tamal, ratones locos y carruseles justificaban de sobra la desconfianza. Sin embargo, considerando que muchos ciudadanos no contaban —ni cuentan— con documentos oficiales de identidad —como el acta de nacimiento—, se aceptó la modalidad de registro bajo palabra de dos vecinos que atestiguaran que el solicitante era quien decía ser y vivía donde decía vivir. Evidentemente eso abría la puerta a la obtención de credenciales falsas, como algunos ciudadanos y estudiosos del fenómeno electoral se encargaron de demostrar. Lo cual provocó el enojo del entonces secretario de Gobernación, Jorge Carpizo, quien aclaró que la credencial del IFE con fotografía se basaba en… la buena fe. ¿La buena fe de los mapaches, de ingenieros electorales y compradores del voto? Sí, de esos también. Si de verdad se hubiera partido de la buena fe, no habría necesidad siquiera de una credencial electoral (como ocurre en algunos países donde predomina la confianza entre ciudadanos y autoridades). Menos aún era necesaria la gran cantidad de mecanismos de seguridad del nuevo documento electoral. Es antagónico incluir tantas garantías de infalsificación con la presunción de buena fe: o se tiene confianza o desconfianza. Tan es así que, con frecuencia, a delincuentes de distinta índole, al ser atrapados, se les encuentren varias credenciales del IFE con diferentes identidades, con todo y sus hologramas, sellos de agua y barra de códigos.
Algo parecido ocurre con el Renaut. Se ha detectado que muchas de las llamadas extorsionadoras proceden de cárceles y penales (donde 45% de presos tienen acceso a móviles), pero como las autoridades son incapaces de controlar esos pequeños espacios bajo su encargo, entonces pretenden fichar a toda la ciudadanía. Si no pueden controlar las cárceles, ¿podrán hacerlo con todo el país? La medida podría ser contraproducente: se consiguen chips con datos falsos por 85 pesos; los delincuentes (reales o potenciales) registrarán su celular a nombre de Juan Camaney. O si registraron su celular con sus datos verdaderos (actuando de buena fe), entonces robarán el celular a algún ciudadano antes de delinquir. Al detectar las autoridades el nombre del dueño de ese celular (que de buena fe se registró con sus datos verídicos), será molestado y deberá demostrar que su móvil le fue robado minutos u horas antes de que lo utilizara otra persona para delinquir. ¡Vaya estrategia!
Se consiguen chips con datos falsos por 85 pesos; los delincuentes (reales o potenciales) registrarán su celular a nombre de Juan Camaney.

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